Viejos y nuevos amigos se reunieron de nuevo en el pueblo con motivo del enlace de Sansalayne.
En un ambiente festivo y divertido, se repartieron entre los distintos vehículos para dirigirse a la casa rural en la que iban a alojarse los próximos días.
Una vez que atravesaron el viejo puente de piedra, divisaron el viejo caserón. <<¡Qué ganas!>> fue el pensamiento de varios de ellos, si bien las motivaciones de cada uno eran bien distintas.
Justo cuando Bendar giraba la llave y empujaba el portón de madera, oyeron un estruendo cuyo eco resonó por toda la montaña.