Respondiento a Lady Loba Stark:
Jon les dio la oportunidad de cruzar el Muro y ellos escogieron irse a Casa Austera, les envió barcos y ellos los rechazaron... Él es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que esa expedición está condenada al fracaso; aun así decide ir al mando (ABANDONAR EL MURO), pero después de la carta del Bastardo elije ir al sur en vez de al Norte y enviar a TODOS los hermanos de la Guardia que Tormund quiera a Casa Austera. No se que es peor... Jon es muy bueno, demasiado, el héroe de la historia, por eso tiene tantos admiradores; hasta a mi me gusta, pero no estoy ciega. Por suerte para los que preferimos personajes mas grises, Martin ya dijo que era así como iba a terminar Jon: gris, no blanco.
Ah, y Lord Nieve no tiene ninguna hermana.
«Mata al niño –pensó Jon–. Al niño que hay en ti y al niño que hay en él. Mátalos a los dos, bastardo de mierda.»
–No tienes padre. Solo hermanos, solo a nosotros. Tu vida pertenece a la Guardia de la Noche.
[...]
—Dime una cosa, Jon: si llegara un día en que tu padre tuviera que elegir entre su honor y sus seres amados, ¿qué haría?
–Haría lo correcto —dijo... muy alto, como para compensar la vacilación–. Pasara lo que pasara.
[...]
–Vuestra hermana –dijo Férreo Emmett–. ¿Cuántos años…?
–No tengo ninguna hermana, solo hermanos. Solo a vosotros.
[...]
Renuncié a los lazos familiares cuando pronuncié mis votos. Si uno de mis hombres me dijera que su hermana corre peligro, le diría que ya no es asunto suyo. –Cuando se pronunciaba el juramento, la sangre de un hombre se tornaba negra–. Negra como el corazón de un bastardo.
Respondiendo al señor Boubaris (le estoy cogiendo cariño a su terquedad):
Con respecto a Stannis y los castillos:
Con respecto a Manderly y la flota inexistente:–No discutiré eso, mi señor, pero se dice que también pretendéis dar estos castillos a vuestros caballeros y señores, para que gobiernen desde ellos como vasallos de vuestra alteza.
–Los reyes son generosos con sus adeptos. ¿Es que lord Eddard no le enseñó nada a su bastardo? Muchos de mis caballeros y señores abandonaron tierras fértiles y castillos recios en el sur. ¿Acaso no merecen una recompensa por su lealtad?
Nadie ha tomado partido por Stannis de forma mas clara y descarada que Jon (sin contar los pocos que le siguen), lo saben en el norte y en el sur; de Manderly nadie sabe nada, solo Davos. Y la falta de barcos no será EL motivo, será uno de ellos.
Con respecto a Marsh & co:
Enviar a los salvajes lejos también serviría para ahorrar provisiones y calmar tensiones; serviría mucho mejor xD (ya que los salvajes son miles de bocas, no solo una docena). Y Jon sí aleja de él a sus enemigos: a Janos al darle el mando de un castillo, a Alliser al enviarlo de expedición... Jon no aleja a Bowen porque sabe que es un buen hombre, y porque le da buenos consejos (aunque casi nunca los escuche y prefiera ignorar los aspectos negativos de sus decisiones cuando este se los plantea):
Advertencia: ¡se vienen citas, citas, muchas citas!
Con respecto a Cersei (ahí va la cita, porque no se de donde sacas todos tus argumentos/suposiciones, definitivamente no de los libros. Me dejas todo el trabajo a mí xD):–Los arqueros de Mance Rayder nos lanzaron unas diez mil flechas, a juzgar por las que encontramos arriba –continuó Marsh–. Fueron menos de cien las que alcanzaron a nuestros hombres en la cima del Muro, y casi todas llegaron por capricho del viento. El único que murió allí arriba fue Alyn el Rojo de Palisandro, y lo mató la caída, no la flecha que le dio en la pierna. Donal Noye murió por defender la puerta. Un acto muy noble, pero si la puerta hubiera estado sellada, nuestro valiente armero aún estaría con nosotros. Tanto si nos enfrentamos a cien enemigos como a cien mil, mientras nosotros estemos en lo alto del Muro y ellos abajo, no pueden hacernos daño.
«No le falta razón.»
[...]
–Stannis promete tierras, comida y justicia a todo salvaje que hinque la rodilla. No nos permitirá sellar las puertas.
–Lord Nieve… —Marsh titubeó antes de continuar–: No soy de los que cuentan chismes, pero se rumorea que os mostráis… demasiado amistoso con lord Stannis. Algunos incluso insinúan que sois… un…
«Un rebelde y un cambiacapas, sí, y un bastardo y un cambiapieles, eso también.» Puede que Janos Slynt ya no estuviera en la Guardia, pero sus mentiras no se habían esfumado con él.
–Ya sé qué se dice.
[...]
–Puede que sea un niño, mi señor, pero… Todo el mundo quería al rey Robert, y la mayoría acepta a Tommen como su hijo. Cuanto más se sabe de lord Stannis, menos gusta, y lady Melisandre gusta todavía menos, con sus fuegos y su lúgubre dios rojo. Se quejan.
–También se quejaban del lord comandante Mormont.
[...]
–Es peor de lo que me temía, mi señor –anunció Marsh cuando terminó. Sonaba aún más funesto que Edd el Penas.
Jon tenía la impresión de que los rodeaba toda la carne del mundo. «No sabes nada, Jon Nieve.»
–¿Por qué? A mí esto me parece un montón de comida.
–Ha sido un verano largo. Ha habido muy buenas cosechas y los señores han sido generosos. Tenemos bastante para sobrevivir a un invierno de tres años; cuatro si recortamos un poco. Pero si tenemos que dar de comer a todos esos hombres del rey y a todos los salvajes… Solo en Villa Topo hay mil bocas inútiles, y siguen llegando. Ayer aparecieron otros tres en las puertas, y anteayer, una docena. No podemos seguir así. Dejar que se queden en el Agasajo, pase, pero es demasiado tarde para ponerse a cultivar. De aquí a que acabe el año solo nos quedarán nabos y puré de guisantes. Después tendremos que bebernos la sangre de nuestros caballos.
[...]
–También habrá enfermedades –prosiguió el lord mayordomo, sin prestar atención a Edd–, como las que hacen que sangren las encías y se caigan los dientes. El maestre Aemon decía que eso se resuelve con zumo de lima y carne fresca, pero hace un año que se nos acabaron las limas y no tenemos suficiente forraje para mantener rebaños de los que obtener la carne. Deberíamos sacrificar a los animales que tenemos y dejar solo unas cuantas parejas para la crianza. No nos queda mucho tiempo. Otros inviernos llegaba comida por el camino Real desde el sur, pero ahora, con la guerra… Sé que aún estamos en otoño, pero mi consejo es que empecemos a racionar la comida como si fuera invierno, si mi señor está de acuerdo.
«A los hombres les va a encantar.»
–Si no hay más remedio, se hará. Rebajaremos una cuarta parte de la ración de cada hombre.
«Si mis hermanos ya se quejan de mí, ¿qué dirán cuando tengan que comer nieve y pasta de bellotas?»
–Sería de gran ayuda, mi señor. –El tono del lord mayordomo dejó claro que ni siquiera eso sería suficiente.
[...]
–Si tuviéramos bastantes monedas, podríamos comprar comida del sur y traerla en barco –dijo el lord mayordomo.
«Podríamos –pensó Jon–, si tuviéramos oro y si alguien quisiera vendernos comida. –Pero no se daba ni una cosa ni la otra–.
[...]
Tras la marcha de Stannis, Bowen Marsh había insistido en que se trasladase a las antiguas habitaciones del Viejo Oso, en la Torre del Rey, pero Jon se había negado. Si ocupaba aquellas estancias, daría a entender que no esperaba que regresara.
[...]
–No podemos dejar morir de hambre al rey Stannis y sus hombres, por mucho que nos apetezca –dijo Jon–. Recordad que podría llevarse todo esto a punta de espada; no tendríamos hombres para impedírselo. Y también tenemos que dar de comer a los salvajes.
–Pero ¿cómo, mi señor? –preguntó Bowen Marsh.
–Ya veremos. –«Ojalá lo supiera.»
[...]
«Y yo tendré mil salvajes –pensó Jon–, pero no podré dar de comer ni a la mitad.»
[...]
En los últimos viajes a Villa Topo habían visto cosas desagradables: empujones, golpes, maldiciones masculladas, muchas miradas hostiles. Bowen Marsh pensó que sería mejor no arriesgarse y, por una vez, Jon y él estuvieron de acuerdo.
[...]
–¿También enviaréis a las mujeres? Nuestros hermanos no están acostumbrados a que haya mujeres entre ellos, mi señor. Su juramento… Habrá peleas, violaciones…
–Estas mujeres tienen cuchillos y saben usarlos.
–¿Y qué pasará cuando una le corte el cuello a uno de nuestros hermanos?
–Habremos perdido un hombre –contestó Jon–, pero habremos ganado sesenta y tres. Se te dan bien las cuentas, mi señor. Corrígeme si me equivoco, pero diría que eso nos deja con sesenta y dos luchadores más que antes.
–También habéis añadido sesenta y tres bocas más, mi señor… Pero ¿cuántas de ellas pueden luchar, y de qué lado? Si los Otros llegan a nuestras puertas, es probable que luchen de nuestro lado, os lo concedo… pero cuando llegue Tormund Matagigantes, o el Llorón con diez mil asesinos aullantes, ¿qué pasará ese día? –Marsh no estaba nada convencido.
–Ese día lo sabremos. Así que esperemos que no llegue.
[...]
Sin embargo, jugar con las mujeres salvajes era un peligro. «Un hombre puede poseer una mujer o puede poseer un cuchillo, pero nunca ambos a la vez», le había dicho Ygritte en cierta ocasión. Bowen Marsh no se equivocaba del todo: la Torre de Hardin era como yesca a la espera de una chispa.
[...]
–No deberíamos haber enviado exploradores. –Bowen Marsh. Tenía las mejillas rojas de frío.
–No es el momento ni lugar para hurgar en esa herida, mi señor.
[...]
–Si los dioses son benevolentes, no nos encontraremos ningún salvaje. Me llevaré el caballo gris.
El rumor se extendió con rapidez por el Castillo Negro. Edd aún estaba aparejando al caballo cuando Bowen Marsh cruzó el patio a zancadas para encararse con Jon en los establos.
–Mi señor, os ruego que reconsideréis vuestra decisión. Los nuevos hermanos pueden prestar juramento en el septo.
[...]
–Tollett es un buen hombre, es muy apreciado, y Férreo Emmett ha sido un magnífico maestro de armas. Sin embargo, corre el rumor de que los enviáis fuera.
–Necesitamos buenos hombres en Túmulo Largo.
[...]
Jon tomó buena nota de quién había asistido y quién no [a la boda de Alys]. A algunos les tocaba guardia y muchos otros estaban durmiéndose, pero unos cuantos habían decidido ausentarse para mostrar su desaprobación. Othell Yarwyck y Bowen Marsh se encontraban entre estos últimos.
Luego Qyburn propone enviar a los hombres y tema cerrado.–Nieve comparte con Lord Eddard su tendencia a la traición –dijo Cersei–. El padre le habría entregado el reino a Stannis, y el hijo le ha dado tierras y castillos.
–La Guardia de la Noche no toma parte en las guerras de los Siete Reinos –les recordó Pycelle–. Los hermanos negros han conservado esta tradición durante cuatro mil años.
–Hasta ahora –replicó Cersei–. El bastardo nos ha escrito para jurar que la Guardia de la Noche no tomará partido, pero sus actos contradicen sus palabras. Ha dado comida y refugio a Stannis, y aun así tiene la insolencia de suplicarnos armas y hombres.
–Es un ultraje –declaró Lord Merryweather–. No podemos permitir que la Guardia de la Noche una sus fuerzas a las de Lord Stannis.
–Tenemos que declarar a Nieve rebelde y traidor –coincidió Ser Harys Swyft–. Los hermanos negros se verán obligados a destituirlo.