Los simbolismos de Martin

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Ashur
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Los simbolismos de Martin

Mensaje por Ashur » Jue, 06 Abr 2017, 21:41

Abro este hilo para sustituir al hilo homónimo del foro antiguo. Por el momento, he conseguido recuperar un estupendo post del forero Moixent sobre el simbolísmo del Melocotón de Renly.

Nota: El autor marcó en rojo algunas frases de las citas, pero como soy del Vago's club paso de ponerlas.
Pongo eso sí, enlace al post en la caché de google para que lo podaís consultar :fl:

RECUPERACIÓN DEL POST DEL FORERO Moixent el 25 de Agosto de 2013:

Como está un poco de capa caída este post, que es uno de mis favoritos, voy a hacer mi pequeña contribución.

Mucho se ha hablado y dicho del melocotón de Renly y, a parte de la frívola analogía con su sexualidad que algunos se han empeñado en destacar y que el propio Martin ha contribuido a alimentar con algunos juegos de palabras, a lo largo de la saga, fundamentalmente en las tres primeras novelas, el melocotón es un elemento simbólico que se encuentra relacionado con una idea específica del Verano como un ámbito confortante, que suscita confianza, pero que está condenado a desaparecer y, a veces, a morir.

La primera mención que tenemos es cuando Robert trata de convencer a Ned para que le acompañe a Desembarco del Rey:
ROBERT A NED escribió:—Tienes que venir al sur —le dijo Robert—. Tienes que probar el verano antes de que se acabe. En Altojardín hay campos enteros de rosas doradas que se extienden hasta donde alcanza la vista. Las frutas están tan maduras que te estallan en la boca. Hay melones, melocotones y ciruelas de fuego más dulces que nada que hayas probado. Ya verás, te he traído unas pocas. Hasta en Bastión de Tormentas, con ese viento que sopla de la bahía, durante el día hace tanto calor que no dan ganas ni de moverse.
Es evidente que en este punto, el melocotón no adquiere la suficiente individualidad como para poder aislarlo como símbolo específico de nada. Pero ya Martin lo ha introducido como elemento de asociación con el Verano.

Mucho más importante y revelador me parece la siguiente cita, en la que se nos describen las sensaciones de Bran como escalador. Sabiendo como sabemos qué sucede después con este personaje, resulta dramático.

BRAN escribió:
BRAN escribió:También le gustaba la sensación de auparse por una pared, piedra tras piedra, buscando las grietas entre ellas con los dedos de las manos y los pies. Siempre se quitaba las botas e iba
descalzo cuando trepaba. Se sentía como si tuviera cuatro manos en vez de dos. Disfrutaba con aquel dolor profundo y dulce que le invadía después los músculos. Le gustaba el sabor que tenía el aire en la cima, dulce y fresco como un melocotón de invierno. Le gustaban también los pájaros: los cuervos de la torre rota, los diminutos gorriones que anidaban en las grietas entre las piedras, el viejo búho que dormitaba en el desván polvoriento sobre la armería... Bran los conocía a todos.
Fijaos que aquí la analogía del melocotón transciende lo estival para dirigirse directamente a los elementos que mucho más adelante configurarán al personaje de Bran. Por un lado, los específicos del lobo:sensaciones, sentirse con cuatro manos en vez de dos, el sabor en el aire (olfato). Por el otro, el anhelo futuro por la pérdida de sus piernas y el deseo de volar configurado por los pájaros de la torre. Y todo ello anudado con la fórmula melocotón de invierno. Si a esto le sumamos el nombre que posteriormente le pone a su huargo, el carácter de Bran en toda esta historia queda definido.

Interpretando aún más (especulando, diría yo), dado que la mejor época para plantar los melocotones es a comienzos de invierno; ya que de esta forma las raíces tienen tiempo de asentarse para poder alimentar la brotación primaveral, y visto que Bran, al final de Danza con Dragones, se encuentra en el interior de la cueva donde anidan las raíces e los arcianos justo al comienzo oficial del Invierno, resulta interesante establecer una analogía entre el regreso de la Primavera y del Verano y el siniestro papel que Bran jugará en dicho regreso.

Para todos los personajes de Canción de Hielo y Fuego, podría parecer que cualquier tiempo pasado fue mejor. Si no, leed el siguiente fragmento:
PYCELLE a EDDARD escribió:Cierto que el verano del rey Maekar fue más caluroso que éste, y casi igual de largo. Algunos idiotas pensaron que ya había llegado el Gran Verano, el verano sin fin, pero al séptimo año se acabó de repente, tuvimos un otoño corto y luego un invierno espantosamente largo. Pero el calor, mientras duró, fue terrible. El casco antiguo de la ciudad era un horno durante el día, sólo cobraba vida de noche. Salíamos a pasear por los jardines de la ribera, y hablábamos sobre los dioses. Recuerdo bien los olores de aquellas noches, mi señor... perfume y sudor, melones maduros, melocotones y granadas, belladona y flores de luna. Por aquel entonces yo todavía era joven, me estaba forjando el collar. El calor no me agotaba, como me sucede ahora. —Pycelle tenía los párpados tan caídos que parecía a punto de dormirse—. Os ruego que me perdonéis, Lord
Eddard.
En esta cita se pone de manifiesto que el Verano es pasajero, sí, pero que también al regresar no lo hace como en su primera aparición. El Verano está asociado a tiempos pasados, juveniles, impregnados de sensaciones, donde el paso del tiempo todavía no ha mermado el espíritu. El propio Pycelle, que pone de relevancia lo cansino que era aquel Verano de su juventud, también indica que él mismo tenía la fuerza suficiente como para hacerlo soportable. Y el Verano juvenil está completamente ligado al mundo de las sensaciones, de la experimentación, del hedonismo, de la alegría por vivir. Algo que el Pycelle de ahora ha reducido a un mero interés material y a la mascarada por la supervivencia.

Aquí creo que encontramos un pasaje importante dentro de la simbología del melocotón.
JORA A DANNY escribió:«Si yo tuviera alas también querría volar —pensó Dany. Los Targaryen de antaño iban a la guerra a lomos de dragones. Trató de imaginarse cómo se sentiría a horcajadas del cuello de un dragón, elevándose por el aire—. Sería como estar en la cima de una montaña, pero mejor. Vería el mundo entero debajo de mí. Si volara muy alto, hasta podría ver los Siete Reinos, y tocar el cometa con las manos.»
Irri interrumpió sus ensoñaciones para decirle que Ser Jorah Mormont estaba afuera, y aguardaba a que ella tuviera a bien recibirlo.
—Hazlo pasar —dijo Dany. La piel frotada por la arena le cosquilleaba. Se envolvió en la capa de león. El hrakkar había sido mucho más grande que Dany, de manera que le cubría todo lo que ella quería cubrir.
—Os he traído un melocotón —dijo Ser Jorah Mormont después de entrar y clavar una rodilla en el suelo.
Era tan pequeño que a Dany casi le cabía en el puño cerrado, y estaba demasiado maduro, pero cuando le dio el primer mordisco la pulpa era tan dulce que estuvo a punto de echarse a llorar. Lo comió muy despacio para saborear cada bocado, mientras Ser Jorah le hablaba del árbol del que lo había cogido, en un jardín cercano a la muralla oeste.
—Fruta, agua y sombra —dijo Dany, con las mejillas pegajosas por el zumo del melocotón—. Los dioses han sido bondadosos al traernos aquí.
—Deberíamos descansar hasta que recuperemos las fuerzas —insistió el caballero—. Las tierras rojas son crueles con los débiles.
—Mis doncellas dicen que aquí hay espíritus.
—Hay espíritus en todas partes —dijo Ser Jorah con voz amable—. Los llevamos con nosotros adonde quiera que vamos.
«Sí —pensó ella—. Viserys, Khal Drogo, mi hijo Rhaego... siempre están conmigo.»
—Decidme cómo se llama vuestro espíritu, Ser Jorah. A los míos ya los conocéis.
—Se llamaba Lynesse. —El rostro del caballero se había tornado impenetrable.
—¿Vuestra esposa?
—Mi segunda esposa.
«Le duele hablar de ella», advirtió Dany. Pero quería saber la verdad.
—¿Eso es todo lo que me vais a decir de ella? —La piel de león se le resbaló por un hombro, y volvió a ponérsela en su sitio—. ¿Era hermosa?


Danny se encuentra soñando despierta. ¿Con qué sueña? Con volar a lomos de un dragón. Pero no lo hace en términos de conquista, sino en relación a las sensaciones que una experiencia así podría suscitar en ella. La irrupción de Jora interrumpe su ensoñación, pero el melocotón que le regala hace que busque en él un atisbo de ese sueño, como si quisiera agarrarse a cada mordisco al deseo de quedarse para siempre en el dragón soñado. A medida que agota el melocotón el tema de la conversación se va oscureciendo. El pasado regresa, pero en forma de pérdida. Danny con sus muertos, y Jora con su vida antes del destierro. El melocotón se conforma así como un símbolo hedonista de la felicidad perdida, consumida y deseada.

El famoso pasaje de Renly y su melocotón:
RENLY a STANNIS escribió:—Esta charla sobre incestos y serpientes es muy amena, pero no cambia nada. Puede que tú tengas más derecho, Stannis, pero yo tengo un ejército mayor. —Renly metió la mano entre los pliegues de su capa. Stannis lo vio, y echó mano al pomo de su espada, pero antes de que pudiera desenfundar el acero su hermano sacó... un melocotón—. ¿Quieres uno, hermano? —preguntó Renly con una sonrisa—. Son de Altojardín. En tu vida has probado nada tan dulce, te lo garantizo. Le dio un mordisco, y los jugos le corrieron por la comisura de la boca. Stannis estaba echando chispas.
—No he venido aquí a comer fruta.
—¡Mis señores! —gritó Catelyn—. Deberíamos estar discutiendo las condiciones de una alianza, no intercambiando puyas.
—Nadie debería rechazar un melocotón —dijo Renly al tiempo que tiraba el hueso—. Puede que no vuelvas a tener ocasión de probarlos, Stannis. La vida es breve. Recuerda lo que dicen los Stark. Se acerca el invierno. —Se limpió la boca con el dorso de la mano.
Este sencillo fragmento muestra el choque brutal entre dos personalidades antagónicas que, a la postre, son hermanos. El Juego de Tronos es importante para Renly, sin duda, pero su temperamento le hace disfrutar del presente, de paladearlo, de detenerse en sus placeres y en sus instantes. Es una visión muy específica de lo que es la vida y, por extensión, de lo que debe ser un Rey. Él está convencido de que debe reinar no por derecho de sangre, sino por un derecho diríamos ideológico. Desde su punto de vista él sería el mejor de los reyes posibles para Poniente, para su porvenir y prosperidad.

Stannis, por el contrario, es un hombre pragmático. Basa su ideal de poder en el derecho cuasi sagrado de ostentarlo por herencia, más allá de que él lo desee o deje de desear. Además, es un personaje que vive lastrado por el poco cariño que ha suscitado nunca entre sus semejantes, poco cariño motivado por su propia forma de ser. De ahí que le exaspere el gesto distendido de Renly comiendo un melocotón y que, en un principio, se hubiera mostrado tenso al comprobar que su hermano se llevaba la mano al interior de su capa. Para él, Renly se toma las cosas muy a la ligera y frivoliza demasiado la realidad.

En este pasaje lo que Catelyn no es capaz de entender es que el enfrentamiento no se produce por intereses distintos sobre el trono, sino por dos formas contrarias de entender la existencia. Renly vive perpetuamente su propio verano, mientras que Stannis nunca ha vivido uno. En realidad, Renly y su melocotón representan un tropos clásico de la literatura: el tempus fugit. Y es bajo este prisma como ese recuerdo volverá para Stannis:
STANNIS a DAVOS escribió:—Renly me ofreció un melocotón. Durante la conferencia de paz. Se burló de mí, me desafió y me ofreció un melocotón. Creí que iba a sacar una espada y eché mano de la mía. ¿Para eso lo hizo, para ver si mostraba temor? ¿O fue una de sus bromas sin sentido? Cuando me dijo lo dulce que era el melocotón, ¿tenían aquellas palabras algún significado oculto? —El rey sacudió la cabeza, como un perro que tuviera un conejo entre las fauces y quisiera romperle el cuello—. Sólo Renly era capaz de irritarme tanto con una fruta. Él mismo se condenó por su traición, pero yo lo quería, Davos. Ahora me doy cuenta. Y te juro que me iré a la tumba pensando en el melocotón de mi hermano.
Paradojas de la vida: el melocotón de Renly, que simboliza el verano perpetuo en el que ha basado su existencia, el tempus fugit, se convierte en el melocotón de Stannis, que es el melocotón de toda la saga, el del pasado perdido, destruido. Stannis no tenía melocotón hasta que asesinó a su hermano y solo entonces, supo que lo quería.
STANNIS escribió:—Las elecciones de R'hllor son extrañas. —El rey hizo una mueca, como si hubiera probado algo desagradable—. ¿Por qué yo y no mis hermanos? Renly y su melocotón... En mis sueños veo cómo le corre el jugo por la boca y la sangre por la garganta. Si hubiera cumplido con su deber como hermano habríamos aplastado a Lord Tywin. Una victoria de la que hasta Robert habría estado orgulloso. Robert... —Rechinó los dientes de un lado al otro—. También sueño con él. Lo veo riendo, bebiendo y fanfarroneando. Eran las cosas que mejor se le daban. Bueno, también pelear. Nunca lo pude superar en nada. El Señor de la Luz tendría que haber elegido como campeón a Robert. ¿Por qué a mí?
Renly y Robert… Los dos hermanos que hicieron del hedonismo su filosofía de vida. Y en las palabras de Stannis se refleja el anhelo que él mismo tiene de esa forma de vida, solo que él no es capaz de comprenderla, por su carácter, y no le queda más remedio que aceptar su condición de Rey como algo impuesto por los dioses.

Pero el melocotón, como extrapolación del Verano, es un alimento envenenado:
SANSA escribió:Una vez a salvo en sus habitaciones se abrazó a una almohada y enterró la cara en ella para ahogar un grito de alegría. «Dioses, dioses, me ha rechazado delante de todo el mundo.» Estuvo a punto de dar un beso a la criada que le llevó la cena. Consistía en pan caliente y mantequilla recién batida, guiso de buey, capón con zanahorias y melocotones con miel.
«Hasta la comida sabe mejor», pensó.
Sansa es la prueba de que la alegría es efímera en esta historia, y que dicha alegría siempre está emparentada con sensaciones estivales que se desvanecen como un sueño. La pobre Sansa pronto comprende que ha celebrado su felicidad demasiado pronto. Y es que el melocotón no es si no la metáfora que Martin introduce en las novelas para advertirnos de que cuando un personaje se entrega a la dicha sin más, lo que hace es aislarse de la realidad que lo rodea.

Si no, atentos al siguiente pasaje:
TORMENTA DE ESPADAS escribió:Tom Sietecuerdas estaba sentado junto al fuego y cantaba «Las doncellas que florecen en primavera». Arya lo escuchó mientras bebía sorbos de la copa de vino aguado que la mujer pelirroja le había permitido tomar. Al otro lado de la plaza, los cadáveres se pudrían en las jaulas para cuervos; en cambio, en el Melocotón todo el mundo parecía alegre. Pero a ella le parecía que algunos, sin saber por qué, se reían con demasiado entusiasmo.
La Posada se llama el Melocotón y, tal y como lo describe Arya, los que allí habitan parecen ser ajenos a los horrores que se suceden en el exterior. Pero Arya, que nunca olvida, tiene la sensación de que esas personas se ríen con demasiado entusiasmo.

Aquí el último pasaje que extraigo:
DANZA CON DRAGONES escribió:Cuando se deslizó de nuevo bajo las pieles, Qarl estaba profundamente dormido. –Ahora tu vida es mía. ¿Dónde habré dejado mi daga? –Asha se apretó contra su espalda y lo rodeó con sus brazos. En las islas, se le conocía como Qarl la Doncella, en parte para distinguirle de Qarl el Pastor, Qart Rarito Kenning, Qarl Hachaveloz, y Qarl el Esclavo, pero sobretodo por sus suaves mejillas. Cuando Asha lo conoció, Qarl intentaba dejarse barba. “Pelusa de Melocotón”, lo llamó, riéndose. Qarl confesó que nunca había visto un melocotón, así que ella le pidió que la acompañara en su siguiente viaje al sur. Entonces, era verano; Robert se sentaba en el Trono de Hierro, Balon meditaba sobre el Trono de Piedramar, y los Siete Reinos estaban en paz. Asha llevó el Viento Negro a la costa, para comerciar. Visitaron Isla Bella y Lannisport y una veintena de pequeños puertos antes de llegar a El Rejo, donde los melocotones eran siempre grandes y dulces. ”Lo ves”, le dijo ella, la primera vez que restregó uno en la mejilla de Qarl. Cuando ella le hizo morderlo, el jugo corrió por su barbilla, y ella tuvo que besarle para limpiársela. Aquella noche se la pasaron devorando melocotones y devorándose mutuamente, y a la hora del regreso matinal, Asha se sentía saciada y pegajosa, pero más feliz que nunca. «¿Fue hace seis años o siete?» El verano era un recuerdo lejano, y habían pasado tres años desde que Asha disfrutó unmelocotón por última vez. Aunque todavía podía disfrutar de Qarl. Los capitanes y los reyes nunca la habrían querido, pero él sí.
Asha disfruta de los melocotones y del sexo en Bosquespeso covencida de que se encuentra a salvo en su castillo, inconsciente de que Stannis y sus tropas están encima de ellos.

El melocotón es un símbolo que Martin presenta de distintas formas pero casi siempre con un mismo sentido. Es la generalización de la fruta de verano en su inmediatez, en su disfrute, cuando se centra en él todas las buenas sensaciones a las que la niñez o la adolescencia aspiran. Y en el presente, es la añoranza de esos tiempos pasados y anhelados. Por ello, a veces parece ser un sinónimo visual de la negación de la realidad o del olvido del presente. En otras ocasiones, resulta ser una amenaza velada, como un guiño. Es el caso de los melocotones que se sirven en la boda de Joffrey y cuando la casa Lannister disfruta de su apogeo.

El melocotón es una mezcla psicológica compleja en el que el anhelo por el tiempo perdido y las sensaciones juveniles, inocentes y despreocupadas, se mezclan con una profunda tristeza por el presente. Curiosamente, esta simbología se va desvaneciendo hasta desaparecer en Festín de Cuervos, cuando ya es más que evidente que el Verano ha llegado a su fin. Sin duda, cada personaje es contrapuesto al recuerdo que tienen de aquel otro verano en el que contaban con menos edad y menos preocupaciones. Un mordisco al melocotón les trae esos recuerdos, se encierran en ellos y se dejan llevar por las viejas sensaciones que regresan como una antigua letanía, como aquella bucólica melodía que seguramente tañía Rhaegar cuando se perdía entre las ruinas de Refugio Estival.

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Re: Los simbolismos de Martin

Mensaje por Lady Allyria Dondarrion » Jue, 06 Abr 2017, 23:22

Me encantaba este!

En inglés las naranjas sanguinas se llaman bloody oranges, que traducido literalmente al castellano sería naranjas sangrientas. Es probable que la insistencia de Martin citando esa variedad en los capítulos de Dorne, nos esté augurando algo feo. Para más información ver la teoría viewtopic.php?f=5&t=82 contiene spoilers de Winds
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Re: Los simbolismos de Martin

Mensaje por Lady Allyria Dondarrion » Mar, 11 Jul 2017, 00:25

Tyrion es apodado "The imp" (el pícaro), que es sinónimo de Rogue, término que Martin utiliza para referirse al príncipe Daemon Targaryen (The Rogue Prince), segundo esposo de Rhaenyra y uno de los principales culpables de la Danza de Dragones.

Me parece muy llamativo que a las puertas de una segunda Danza exista esta coincidencia.
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