CAPÍTULO IV – Motín a bordo escribió:
La capitana Dream había reunido a toda la tripulación en el puente de mando. Su enfado se transmitía en duras palabras.
-¡Esto es inadmisible! ¡Sois una pandilla de inútiles! Han muerto ya seis de mis hombres y no os veo hacer nada para remediarlo. ¿No se os cae la cara de vergüenza?
-Bueno, usted fue quién nos ordenó linchar a Lauerys –le recordó Madelaf.
-¿Osas contestarme?
-Y también permitió que Symon durmiera sólo en los barracones –recordó Agus-. Lo tengo grabado.
-Y mandó a Aslan a la enfermería –recordó Ellaria acercándose amenazadoramente a ella.
-¿Qué?
-Y no permitió que tratará a Sansalayne de su adicción –señaló Pulgar. (Bueno, Pulgar la señalaba con el índice. Ustedes entiendan
).
-Y nos obligó a comprar esos percebes tan rancios con los que aplastaron la cabeza del pobre Theon –le acusó Antares caminando fríamente hasta ella.
-¿Y qué me dice de Shagga? Usted lo subió a la nave. Sólo eso ya debería ser delito –apuntó Asha cerrando el círculo sobre la capitana-. Es todo culpa tuya.
En unos segundos
Dream se vio rodeada por sus propios subordinados.
-¿Qué es esto? ¿Un motín? –Pronunció la capitana con sumo desprecio.
-No.. ¡Un adoquín! –Chilló Asha arrójándole a Sadsmile a la cabeza. Y por fin, el dios petreo tuvo un sacrificio que apaciguó su furia.
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Tras el linchamiento de la capitana la nave quedó sumida en el caos y la anarquía. Nadie estaba al mano y a nadie le importaba lo más mínimo. Por ejemplo; Asha tendría que estar limpiando los catalizadores, pero en lugar de eso se había preparado una timba de cinquillo con las amigas.
-Ya estoy aquí y traigo cervezas –anunció Ellaria aporreando la entrada.
Nadie contestó.
Ellaria repitió la llamada con idéntico resultado. Muy preocupada, la responsable de limpieza usó su llave maestra y abrió la puerta. Lo que encontró en el interior de la sala la dejó anonadada; un gigantesco panecillo cortado de punta a punta. Con el sudor goteando lentamente por su frente, la mujer caminó hacia el excepcional bocadillo, levantó la tapa superior y grito:
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah!
Dentro estaba
Asha, despedazada y rebozada en mayonesa con un chorrito de limón.
Ellaría lloró hasta la extenuación. Su dolor era inconsolable; Asha, su amada amiga, convertida en una sabrosa merienda.
-Asha, allá donde tú vayas, yo marcharé contigo –prometió
Ellaria. Después de eso, cogió su escoba y bailó “El Oso y la Doncella” antes de arrojarse sobre las turbinas.
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Nabilia estaba muy enfadada. La gente entraba y salía continuamente de su capilla sin dejar ofrendas en el cepillo. ¿Así cómo podría comprarse un nuevo juego de lápices para continuar dibujando hombres-palo por la nave?
-¡Hola! –saludó alguien desde la entrada.
-¡Ah! Eres tú. ¿Qué quieres?
-Mira, eres muy maja y esas cosas, así que te he traído un regalito. ¡Una brocha y un cubo de pintura!
-¡Qué bien! -aplaudió Nalibia-. Con eso podré dibujar hombres-palo de tamaño XXL.
La capellana se volvió para guardar sus viejos lapiceros, momento que aprovechó el visitante para alzar el cubo y ponérselo de sombrero.
-¡Hummmmppfff! ¡Hummmpppfff! –balbuceaba
Nalibia mientras intentaba sacarse el cubo. Sus esfuerzos eran vanos, se había quedado atascado.
El misterioso visitante se marchó riendo, dejando a la pobre capellana al borde de la asfixia. Si no lograba quitárselo de encima, moriría de asfixia.