Chechino 2.0 Reloaded

[Bendar]

Fin de turno: como sólo queda ya el último linchamiento entre 2 jugadoras, vamos a terminar rapidito.
Último turno MAÑANA VIERNES DIA 4 a las 22:00 HORAS

[Asha Grey]

Lau


Jo, qué poco duran las partidas , aunque yo haya durado algo más . Pero no te da tiempo a naaaaa

[Madelaf]

Si que se hacen cortas

Yo actué sobre Ellaria esta noche...

[Aslan Bolton]

Lau

[Madelaf]

Ellaria, para que hubiera dos muertes o ella es la asesina y al intentar retenerla me mato también... O supongo que podría ser alguna carambola rara, pero vamos, tiene más papeletas

[LoboBlanco]

ellaira... Estoy de acuerdo que tiene más papeletas.

Ya veremos que acontece

[Scully]

Ellaria porque yo no soy, así que tiene que ser ella.

[Ellaria]

lau

[Agus Kerman]

[Bendar]

HISTORIA – TURNO DE DÍA 3: LA GRAN FINAL

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Al cabo de un par de días de sufrida navegación, el “Almirante Chechinoff” y su reducida tripulación llegaron a aguas territoriales norteamericanas, cerca de la isla ficticia de Amity Island, Massachussets, donde tiene lugar la película “Tiburón”. Para entonces, 2 de los tiburones blancos habían muerto por el hambre y la falta de los expertos cuidados de Loboblanco. Los escualos que quedaban estaban bastante escuálidos. En ese momento, el submarino subió hasta altura de periscopio.

El capitán Ramius, las 2 oficiales supervivientes y varios tripulantes activaron un ingenioso mecanismo que abrió la compuerta del estanque de los tiburones, y lo fue desplazando hacia el mar; de manera que los animales se encontraron en mar abierto sin necesidad de acometer la peligrosa maniobra de empujarlos a salir. El plan original había sido soltar una pareja de tiburones blancos en cada uno de 6 puntos de la costa Este de los EEUU; pero, dado el estado del barco, la tripulación y los animales, el capitán había decidido soltarlos todos en la primera parada y luego salir a escape, directo hacia Cuba.

Nada más terminar la maniobra, Ramius y Lauerys oyeron la autoritaria voz de Ellaria que les decía:

—¡Manos arriba!

Ambos se giraron con total incredulidad. Vieron a la comisaria apuntándoles con una pistola en la mano derecha. En la izquierda sostenía unas esposas, que lanzó al capitán Ramius:

—Póngaselas y átese a la barandilla.

—Ellaria, de verdad, no entiendo nada —dijo Lauerys.

—Tú, Lau, te vienes conmigo. Andando al cuarto de comunicaciones. Vamos a enviar una señal de onda corta a la Agente Ryan, para que venga a hacerse cargo del submarino.

—¡Es que no me lo puedo creer! Sabía que eras la Asesina Imitadora, pero pensaba que eras… no sé, una psicópata. Pero ¿entregarle el navío a los americanos? ¿Tú? ¿Te has vuelto loca?

—¡¡¡En la República Democrática Alemana no hay psicópatas!!! —chilló Ellaria —¡Ese es un fenómeno de decadencia exclusivamente occidental! ¡Vamos, andando!

El capitán Ramius, derrotado, se había esposado a sí mismo a la barandilla del antiguo estanque de tiburones. Lau, encañonada por la comisaria, se dirigió a la sala de comunicaciones.

—El comunismo no puede funcionar, Lau —dijo la comisaria —Dios sabe que lo he intentado con todas mis fuerzas. Pero es imposible. La gente tiende siempre a hacer lo que le da la gana. Escuchar música prohibida, vestir ropa occidental, comprar comida de contrabando… yo dedico 24 horas al día a mantener el orden, pero es agotador. Ya no puedo más. Así que he decidido seguir el ejemplo de Sasha Layne y desertar a Occidente. Allí utilizaré mi talento en algún trabajo como… no sé, crítica de arte, auditora o inspectora de Hacienda. Pero cuando acabe mi jornada laboral, no le diré a nadie lo que tiene que hacer. Venga, ahora, emite una señal de onda corta para avisar a Erika Ryan. Aquí tengo su tarjeta, mira, esta es su frecuencia.

Lau hizo lo que se le ordenaba a punta de pistola. Obtuvieron respuesta rápidamente. Tras esperar unos 10 minutos, el submarino pegó una pequeña sacudida y la luz se fue momentáneamente. Las cosas que tenía la falta de mantenimiento desde que no estaba Madelaf. Ellaria no lo podía remediar: se acercó a la bombilla para ajustarla y restablecer la luz. Todo tenía que estar siempre perfecto.



Lau aprovechó el momento para pegar un empujón a Ellaria y salir corriendo por los pasillos del sumergible.

En ese momento se oyeron golpes en la parte superior de la torre. ¡La agente Ryan debía de estar ya allí! La comisaria, en lugar de salir a perseguir a Lau, se lanzó escaleras arriba y abrió la compuerta a la agente americana. Tras explicarle muy rápidamente la situación, ambas, pistola en mano, emprendieron la busca de Lau por todo el barco.

Lauerys había ido a su camarote y tomado la única arma que había encontrado: la aguja de su tocadiscos. Luego había ido al estanque de los tiburones para intentar soltar a Ramius. En eso estaba cuando oyó los pasos de Ellaria y Ryan. Salió corriendo y se refugió en la sala de reactores. Sus perseguidoras no le dieron tregua y entraron allí también. Empezó un juego del gato y el ratón por toda la sala, iluminada por la luminiscencia verde de las baterías nucleares. Lau vio una oportunidad y se abalanzó sobre Ellaria con la aguja del tocata lista para atacar. Pero la agente Ryan estuvo muy rápida: disparó con su pistola, impactando a la oficiala de transmisiones en la mano. Conmocionada por el dolor, Lau fue rápidamente reducida por sus adversarias, que la condujeron al pretil del estanque de tiburones, esposándola cerca de Ramius.

—Has dado guerra hasta el final, Lau. Bien hecho —le dijo el capitán.

Ellaria preguntó a la Agente Ryan:

—Bueno, ahora iremos a la base naval de Norfolk, en el estado de Nalibia, ¿no? Es vuestro principal puerto de guerra en la costa Este.

—No, Ellaria. Norfolk queda muy lejos tal como está este pobre submarino. Vamos a ir a un pequeño puerto que hay por aquí cerca, en Territorio Lovecraft. El FBI y la CIA tienen una instalación secreta allí. Se llama Innsmouth.

Efectivamente, al cabo de una media hora, el “Almirante Chechinoff” llegaba al adormilado, semiderruido y maligno puerto en la boca del río Inn. Ellaria dio un suspiro de alivio.

—Bueno, y ahora ¿qué hacemos con estos dos pájaros? Lo más prudente sería matarlos, pero yo, la verdad, no tengo estómago.

—Me sorprende que diga eso, Ellaria. Con lo que ha hecho usted ya… quiero decir, lleva 3 muertes a sus espaldas. ¿Qué son 2 más?

—No son 2 personas cualesquiera, joder. A Lau la conozco desde hace años, hemos compartido mucho en Berlín Oriental. Y el capitán… joder, si es un pedazo de pan.

—Bueno, Ellaria, pues no te preocupes. En este lugar hay… cosas que se encargarán de Ramius y Lau. Vamos, América te espera. Además, mañana es 4 de Julio.

La Agente Ryan, Ellaria y el resto de tripulantes salieron al puerto de Innsmouth. Lau y Ramius se quedaron solos en el barco. Sus intentos de escapar fueron inútiles. Al caer la noche, tal y como había dicho Ryan, unos seres entraron en el barco. Unas criaturas patizambas, hediondas, que avanzaban con una mezcla de saltitos y pasos cortos. Al llegar esos seres adonde estaban los cautivos, Marko Ramius tuvo la suerte de desmayarse. Los Profundos, pues eso eran, olisquearon al capitán y a la oficiala. Ramius fue devorado de inmediato. En cambio, los seres detectaron la sangre nigromántica que corría por las venas de Lau (pues su abuela había sido una poderosa hechicera en el Berlín de entreguerras). La soltaron de su cadena y se la llevaron consigo al lugar que los humanos conocen como el Arrecife del Diablo, pero que ellos llaman Y’ha Nthlei.



Lauerys tuvo unas horas para conocer su sacrílego esplendor y sus blasfemas maravillas, antes de que la despedazaran en un complejo y doloroso ritual, y que su cerebro fuese servido como una exquisitez a la casta dominante de la ciudad de los Profundos. Así murió Lauerys, la Política.

Finalmente, las autoridades de Alemania Oriental se enteraron de lo que había pasado a través de Aldrich Ames, “El Espía del Millón de Dólares”, un topo de la KGB en la CIA. Publicaron esta foto de “busca y captura”, en la que se lee: “Culpable por traición al pueblo.”