Chechino 2.0 Reloaded
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Buenas, os recuerdo fin de turno HOY 23:00 horas. Hagan juego, Damas y Caballeros. Me faltan acciones y votos por recibir.
-
LoboBlanco
- Mensajes: 208
- Registrado: Mar, 21 May 2019, 20:54
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Voto a made
Pero sin tener ni idea de nada.
Pero sin tener ni idea de nada.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Llevo un rato dándole vueltas y no veo nada claro. Aunque sí muchas sospechas por las víctimas elegidas, como para eliminar a media lista...
En fin, del resto de la lista, el azar me ha llevado a votar a Aslan
.
En fin, del resto de la lista, el azar me ha llevado a votar a Aslan
.¡Sembrað, sembrað, malditos!
Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt
Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Recapitulando, me sale que hay un empate a 3
Miembro #17 de Club De Flanes de Edd el Penas 
-
Sansalayne
- Mensajes: 682
- Registrado: Dom, 26 Feb 2017, 17:46
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Me olvide. Iba a votar después de trabajar pero los niños no me dejaron pensar 
Más mala que Cersei con jaqueca.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Pues no sé si el máster tendrá en cuenta los atenuantes...Sansalayne escribió: ↑Mié, 25 Nov 2020, 10:01Me olvide. Iba a votar después de trabajar pero los niños no me dejaron pensar
-
LoboBlanco
- Mensajes: 208
- Registrado: Mar, 21 May 2019, 20:54
Re: Chechino 2.0 Reloaded
jiEsos niños traviesosSansalayne escribió: ↑Mié, 25 Nov 2020, 10:01Me olvide. Iba a votar después de trabajar pero los niños no me dejaron pensar
Re: Chechino 2.0 Reloaded
CAPÍTULO IV – LA BATALLA DEL CAMINO VERDE
SpoilerMostrar
Tras dar debida sepultura a Lali Brandigamo, la Sociedad del Anillo abandonó por fin las malditas Quebradas de los Túmulos y enfiló rumbo al Sur – Sureste. Los aventureros siguieron el Camino Verde, que en tiempos antiguos unía los reinos de los Dúnedain de Arnor y Gondor.
—Esta carretera antiguamente estaba pavimentada, patrullada por soldados del rey y servida por posadas cada pocas leguas —explicó Aslan. —Mas, en los tiempos del rey Ar Pherezon, se empezó a descuidar el mantenimiento del camino. Los bandidos empezaron a proliferar, las posadas cerraron; y al cabo de unos años, los viajeros llamaron a la carretera, por mal nombre, “El Camino Verde,” por estar todo invadido por la maleza.
El grupo avanzó durante un día entero por el Camino Verde; hasta que, ya entrada la tarde, un crebain mensajero se posó en el hombro de Gandalf.
El hechicero escuchó el mensaje del pájaro y acto seguido dijo:
—Lo siento, muchachos, pero acabo de recibir una convocatoria urgente de Sarah Woman, la jefa de mi orden, para acudir a su fortaleza de Isengard. Loboblanco, ¿me prestas tu caballo, verdad? —Y sin darle tiempo a responder —(pues pedirle su caballo prestado a un jinete de Rohan es como pedirle su barba a un Enano) —silbó una extraña palabra: —Harúsjrlfrhutt —que era el nombre de la yegua de Loboblanco. Esta se ofreció dócilmente a ser montada por el mago. Gandalf cabalgó ágilmente y dijo: —Mirad al amanecer a partir del vigésimo quinto día, que igual aparezco. Loboblanco, gracias por la montura. En agradecimiento, te entrego a ti la afilada espada de Árgantir.
Y sin dar opción a réplica, el hechicero picó espuelas y salió a escape hacia el Sur.
Cuando ya estaba seguro de que Gandalf no podía oírle, Loboblanco agitó el puño y dijo:
—¡Hossthyf te nombro, Ladrón de Caballos!
—Bueno, no se altere, Loboblanco —dijo Madelaf. —Esto es lo que los cursis de mis primos Sacovilla-Bolsón llamarían un “fait accompli.”
Apostilló Asha: —En runas enanas se escribiría WYSIWYG. Pero no tengas queja, caballero verde. La hoja de Árgantir es digna de reyes. Estas runas en su filo dicen que fue forjada por Dwalin, maestro herrero de Moria, y regalada por la princesa enana Nali a la princesa de Cardolan con ocasión de sus esponsales.
Flaco consuelo le pareció al caballero de Rohan, mas nada podía hacer al respecto. En ese momento, la Sociedad se dio cuenta de que ya no podían postergar más la decisión: tenían que encontrar al culpable de las muertes de Lau y Lali. Se detuvieron a deliberar y finalmente, quedó claro que quien iba en pareja con Lau Bu y la abandonó a su muerte en el túmulo fue…MADELAF.
La Sociedad del Anillo reclamó a Madelaf que soltara el Anillo.
—Parece mentira, ¿verdad? Que yo haya podido causar tanto daño por una cosa tan pequeña…
—Yo habría ido con usted hasta Dol Amroth y de vuelta, señora Madelaf. Yo sé que usted no es mala, ha sido ese maldito anillo que la ha trastornado —sollozó Sansalayne.
—Lo sé, San, lo sé.
En ese momento, Madelaf dejó caer el anillo de Chechinárion en el suelo. Pero, antes de que nadie pudiera recogerlo, aparecieron entre los árboles ocho guerreros Uruk-Heil, aullando y blandiendo sus crueles alfanjes.
Los compañeros desenvainaron y comenzó una feroz batalla. Theon Lobster y San no sabían muy bien qué hacer, pues carecían de armas o entrenamiento marcial. Liadriel les dijo:
—¡Buscad un “Deus ex Machina!”
—¿Un quéeee? —replicaron los hobbits.
—¡Un “Deus ex Machina”, joder! ¡Eso se os da de miedo a los hobbits! ¡Cuando estáis en apuros, siempre encontráis un tipo enorme que se convierte en oso, unas águilas gigantes, yo qué sé! ¡Vamos, buscad, buscad!
Theon y Sansalayne no tenían ni la más pálida idea de cómo encontrar un “Deus ex Machina.” Así que se dedicaron a corretear por el campo de batalla, esquivando los ocasionales mandobles de los uruks que pasaban cerca, gritando “¡Deus ex Machina!” “¡Deus ex Machina!,” como si fueran antivacunas del 2020 gritando “¡Habeas Corpus! ¡Habeas Corpus!” en una manifestación.
Al poco de empezar la refriega, Madelaf se metió entre medias de la formación enemiga, hiriendo a un par de uruks antes de caer destrozado por los brutales filos de los orcos. Así se redimió un poco a ojos de sus compañeros Madelaf la Asesina.
—¡Por Madelaf! ¡Por Madelaf! —gritaron los aventureros.
El combate se decantaba decididamente a favor de nuestros héroes. Las hachas de Asha subían y bajaban; la espada de la medio elfa, con nombre de medicamento para las fosas nasales, Narsilion, rebanaba orcos a diestro y siniestro; Aslan y Boubaris formaban un letal equipo, mientras que la hoja de Árgantir destrozaba corazas enemigas en manos de Loboblanco; incluso las hobbits, con sus “navjitas plateás” de factura numenóreana, se apuntaron un Uruk cada una, penetrando sus armaduras “como un cuchillo en mantequilla caliente,” que diría un poeta guerrero de su raza (si es que tal cosa existió alguna vez). Quedó claro que las armerías de Isengard habían dado prioridad a la cantidad sobre la calidad, ya que las corazas uruks tenían una resistencia comparable a la de una lata de refrescos.
Por si fuera poco, Gutgluk, el líder Uruk, había dispersado a sus tropas en abanico a lo largo de una amplia franja de terreno, para asegurarse de detectar a los aventureros. Al oír el fragor del combate, los orcos más cercanos se incorporaban a la batalla, en pequeños grupos de cuatro o de ocho, que resultaban fáciles de superar por los héroes. El típico error de los malvados en todas las franquicias de fantasía, vamos. Aparte que los uruks estaban muy enardecidos por la promesa de Gríma de que “se saciarían de carne Mediana,” y claro, no se habían parado a pensar en acumular efectivos antes de atacar.
Al llegar su líder Gutgluck al lugar del combate, inmediatamente se dio cuenta de lo que estaba pasando.
—¡Retirada! ¡Retiradaaa! ¡Inútiles! ¡Os vais a dejar masacrar para nada, imbéciles! ¡Retirada, he dicho!
Justo cuando los uruks empezaban a retirarse, se apuntaron su mayor tanto de toda la batalla. Boubaris, el ent, de repente empezó a arder como una tea. Aunque algunos orcos tenían antorchas, el incendio resultaba sospechoso, porque ninguno de esos uruks se había logrado acercar al hombre árbol. Bramando y agitando las ramas, Boubaris salió corriendo, presa del pánico, buscando desesperadamente un río o un arroyo donde apagar el fuego.
Tras dar algunas vueltas por el bosque, encontró un riachuelo al que se tiró de cabeza. Sintió un alivio momentáneo, pero pronto se dio cuenta de que había cometido su último error; pues su cuerpo, reblandecido por las llamas, se había convertido ya en ceniza, que la fuerte corriente arrastró. Así se disolvió el cuerpo de Boubaris y halló la muerte el Narrador.
El resto de la Sociedad no persiguió a los uruks. Quien más, quien menos, todos habían sufrido alguna herida o rasguño. A algunos les dolían las muñecas de tanto rebanar orcos.
Los compañeros buscaron el anillo de Chechinárion entre la devastación del campo de batalla, pero no lo encontraron. Registraron el cadáver de Madelaf, pero ella no lo había vuelto a coger. Tampoco los 19 uruks que yacían tendidos entre la maleza (y que habrían sido unos cuantos más si Lau Bu hubiera estado presente para hacer sus “legoladas”). La pregunta era obvia:
¿Quién se había apropiado del anillo en la confusión de la batalla? ¿Quién era el nuevo Asesino?
—Compañeros —dijo Loboblanco, con voz grave —Nos enfrentamos a lo que en mi tierra llamamos "Ersatz Killer": un asesino de reemplazo.
—Esta carretera antiguamente estaba pavimentada, patrullada por soldados del rey y servida por posadas cada pocas leguas —explicó Aslan. —Mas, en los tiempos del rey Ar Pherezon, se empezó a descuidar el mantenimiento del camino. Los bandidos empezaron a proliferar, las posadas cerraron; y al cabo de unos años, los viajeros llamaron a la carretera, por mal nombre, “El Camino Verde,” por estar todo invadido por la maleza.
El grupo avanzó durante un día entero por el Camino Verde; hasta que, ya entrada la tarde, un crebain mensajero se posó en el hombro de Gandalf.
El hechicero escuchó el mensaje del pájaro y acto seguido dijo:
—Lo siento, muchachos, pero acabo de recibir una convocatoria urgente de Sarah Woman, la jefa de mi orden, para acudir a su fortaleza de Isengard. Loboblanco, ¿me prestas tu caballo, verdad? —Y sin darle tiempo a responder —(pues pedirle su caballo prestado a un jinete de Rohan es como pedirle su barba a un Enano) —silbó una extraña palabra: —Harúsjrlfrhutt —que era el nombre de la yegua de Loboblanco. Esta se ofreció dócilmente a ser montada por el mago. Gandalf cabalgó ágilmente y dijo: —Mirad al amanecer a partir del vigésimo quinto día, que igual aparezco. Loboblanco, gracias por la montura. En agradecimiento, te entrego a ti la afilada espada de Árgantir.
Y sin dar opción a réplica, el hechicero picó espuelas y salió a escape hacia el Sur.
Cuando ya estaba seguro de que Gandalf no podía oírle, Loboblanco agitó el puño y dijo:
—¡Hossthyf te nombro, Ladrón de Caballos!
—Bueno, no se altere, Loboblanco —dijo Madelaf. —Esto es lo que los cursis de mis primos Sacovilla-Bolsón llamarían un “fait accompli.”
Apostilló Asha: —En runas enanas se escribiría WYSIWYG. Pero no tengas queja, caballero verde. La hoja de Árgantir es digna de reyes. Estas runas en su filo dicen que fue forjada por Dwalin, maestro herrero de Moria, y regalada por la princesa enana Nali a la princesa de Cardolan con ocasión de sus esponsales.
Flaco consuelo le pareció al caballero de Rohan, mas nada podía hacer al respecto. En ese momento, la Sociedad se dio cuenta de que ya no podían postergar más la decisión: tenían que encontrar al culpable de las muertes de Lau y Lali. Se detuvieron a deliberar y finalmente, quedó claro que quien iba en pareja con Lau Bu y la abandonó a su muerte en el túmulo fue…MADELAF.
La Sociedad del Anillo reclamó a Madelaf que soltara el Anillo.
—Parece mentira, ¿verdad? Que yo haya podido causar tanto daño por una cosa tan pequeña…
—Yo habría ido con usted hasta Dol Amroth y de vuelta, señora Madelaf. Yo sé que usted no es mala, ha sido ese maldito anillo que la ha trastornado —sollozó Sansalayne.
—Lo sé, San, lo sé.
En ese momento, Madelaf dejó caer el anillo de Chechinárion en el suelo. Pero, antes de que nadie pudiera recogerlo, aparecieron entre los árboles ocho guerreros Uruk-Heil, aullando y blandiendo sus crueles alfanjes.
Los compañeros desenvainaron y comenzó una feroz batalla. Theon Lobster y San no sabían muy bien qué hacer, pues carecían de armas o entrenamiento marcial. Liadriel les dijo:
—¡Buscad un “Deus ex Machina!”
—¿Un quéeee? —replicaron los hobbits.
—¡Un “Deus ex Machina”, joder! ¡Eso se os da de miedo a los hobbits! ¡Cuando estáis en apuros, siempre encontráis un tipo enorme que se convierte en oso, unas águilas gigantes, yo qué sé! ¡Vamos, buscad, buscad!
Theon y Sansalayne no tenían ni la más pálida idea de cómo encontrar un “Deus ex Machina.” Así que se dedicaron a corretear por el campo de batalla, esquivando los ocasionales mandobles de los uruks que pasaban cerca, gritando “¡Deus ex Machina!” “¡Deus ex Machina!,” como si fueran antivacunas del 2020 gritando “¡Habeas Corpus! ¡Habeas Corpus!” en una manifestación.
Al poco de empezar la refriega, Madelaf se metió entre medias de la formación enemiga, hiriendo a un par de uruks antes de caer destrozado por los brutales filos de los orcos. Así se redimió un poco a ojos de sus compañeros Madelaf la Asesina.
—¡Por Madelaf! ¡Por Madelaf! —gritaron los aventureros.
El combate se decantaba decididamente a favor de nuestros héroes. Las hachas de Asha subían y bajaban; la espada de la medio elfa, con nombre de medicamento para las fosas nasales, Narsilion, rebanaba orcos a diestro y siniestro; Aslan y Boubaris formaban un letal equipo, mientras que la hoja de Árgantir destrozaba corazas enemigas en manos de Loboblanco; incluso las hobbits, con sus “navjitas plateás” de factura numenóreana, se apuntaron un Uruk cada una, penetrando sus armaduras “como un cuchillo en mantequilla caliente,” que diría un poeta guerrero de su raza (si es que tal cosa existió alguna vez). Quedó claro que las armerías de Isengard habían dado prioridad a la cantidad sobre la calidad, ya que las corazas uruks tenían una resistencia comparable a la de una lata de refrescos.
Por si fuera poco, Gutgluk, el líder Uruk, había dispersado a sus tropas en abanico a lo largo de una amplia franja de terreno, para asegurarse de detectar a los aventureros. Al oír el fragor del combate, los orcos más cercanos se incorporaban a la batalla, en pequeños grupos de cuatro o de ocho, que resultaban fáciles de superar por los héroes. El típico error de los malvados en todas las franquicias de fantasía, vamos. Aparte que los uruks estaban muy enardecidos por la promesa de Gríma de que “se saciarían de carne Mediana,” y claro, no se habían parado a pensar en acumular efectivos antes de atacar.
Al llegar su líder Gutgluck al lugar del combate, inmediatamente se dio cuenta de lo que estaba pasando.
—¡Retirada! ¡Retiradaaa! ¡Inútiles! ¡Os vais a dejar masacrar para nada, imbéciles! ¡Retirada, he dicho!
Justo cuando los uruks empezaban a retirarse, se apuntaron su mayor tanto de toda la batalla. Boubaris, el ent, de repente empezó a arder como una tea. Aunque algunos orcos tenían antorchas, el incendio resultaba sospechoso, porque ninguno de esos uruks se había logrado acercar al hombre árbol. Bramando y agitando las ramas, Boubaris salió corriendo, presa del pánico, buscando desesperadamente un río o un arroyo donde apagar el fuego.
Tras dar algunas vueltas por el bosque, encontró un riachuelo al que se tiró de cabeza. Sintió un alivio momentáneo, pero pronto se dio cuenta de que había cometido su último error; pues su cuerpo, reblandecido por las llamas, se había convertido ya en ceniza, que la fuerte corriente arrastró. Así se disolvió el cuerpo de Boubaris y halló la muerte el Narrador.
El resto de la Sociedad no persiguió a los uruks. Quien más, quien menos, todos habían sufrido alguna herida o rasguño. A algunos les dolían las muñecas de tanto rebanar orcos.
Los compañeros buscaron el anillo de Chechinárion entre la devastación del campo de batalla, pero no lo encontraron. Registraron el cadáver de Madelaf, pero ella no lo había vuelto a coger. Tampoco los 19 uruks que yacían tendidos entre la maleza (y que habrían sido unos cuantos más si Lau Bu hubiera estado presente para hacer sus “legoladas”). La pregunta era obvia:
¿Quién se había apropiado del anillo en la confusión de la batalla? ¿Quién era el nuevo Asesino?
—Compañeros —dijo Loboblanco, con voz grave —Nos enfrentamos a lo que en mi tierra llamamos "Ersatz Killer": un asesino de reemplazo.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
JUGADORES
1. Ss
2. Madelaf
Asesina
3. Boubaris, Narrador
4. Taju
5. Aslan
6. Asha
7.Loboblanco
8. Theon L.
9. Liadriel
10. Lau Bu, Ermitaña
...
17. Ellaria, Manitas
SpoilerMostrar
1. Ss
2. Madelaf
Asesina 3. Boubaris, Narrador
4. Taju
5. Aslan
6. Asha
7.Loboblanco
8. Theon L.
9. Liadriel
10. Lau Bu, Ermitaña
...
17. Ellaria, Manitas
¿Quién está conectado?
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 61 invitados