Chechino 2.0 Reloaded

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Agus Kerman
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Agus Kerman » Sab, 03 Jun 2017, 19:37

Según parece linchar a Wind es la última moda :mola:

Yo por mi parte no tengo ni idea, así que voy a votar a Asha de forma aleatoria :fl:

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Wind
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Wind » Sab, 03 Jun 2017, 19:53

Asha Grey escribió:
Sab, 03 Jun 2017, 19:17
Al menos a Wind le votan verdes reconocidos, aunque muertos :roll: :bl:
:fl:
Verdes reconocidos, aunque muertos, que están siguiendo el voto de alguien que no juega. Lo váis viendo.

Votaré a Ellaria para intentar compensar, pero me parece que eso es lo que conviene al equipo malo, y lo llevan intentando desde el principio.
--------- EL RETO XXI: ¡Travesura Realizada! ---------

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-------------- "Woe to all who stop at the horizon." --------------

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Antares
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Antares » Sab, 03 Jun 2017, 19:59

Pues.. como no tengo idea...Made

:abr:

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Theon Lobster
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Theon Lobster » Sab, 03 Jun 2017, 20:00

Ninguno de los carros me gusta, así que Made
El bogavante, el bogavante te coge por detras y te coge por delante
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Floweredking
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Floweredking » Sab, 03 Jun 2017, 20:04

nalibia
Llo soi hasin i?? :muro:

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Oberyn Sabat
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Oberyn Sabat » Dom, 04 Jun 2017, 12:00

Turno 4. Sangre Sabat
La mujer se despertó. Madelaf estaba a los pies de la cama en la que yacía, parecía leer un libro. Al otro lado de la habitación, mirando por la ventana, Átropos también guardaba silencio.

—¿Qué... qué ha pasado? —preguntó la mujer con dificultad incorporándose un poco.

Madelaf cerró el libro y Átropos se dio la vuelta para mirarla.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó la Vigía—. Te desmayaste.

La mujer titubeó. Trató de hacer memoria, pero todos sus recuerdos desde que había llegado a Bélenos eran un recuerdo borroso.

—Tengo la cabeza muy embotada.

Madelaf se levantó y le tendió un pequeño frasco.

—Tómate esto, te hará bien.

La mujer obedeció.

—¿Te sientes con fuerzas para hablar? —preguntó la moira—. Tengo algunas preguntas que hacerte.

—Yo también tengo preguntas —respondió la mujer. Átropos asintió.

—Está bien. La primera pregunta quizá sea la más obvia, ¿quién eres?

La mujer pareció duda un momento. Sabía que después de desvelar su identidad y todo lo que sabía ya no habría vuelta atrás, pero quizá fuese lo mejor.

—Soy Aurora Sabat.

Átropos no pareció inmutarse.

—¿Eres la hija de Oberyn Sabat?

—Su nieta —matizó Aurora.

—¿Y por qué has venido a Bélenos?

—Por mi abuelo, claro.

—¿Qué le pasó? —se interesó la moira, que recordaba al Viajero como si fuera ayer cuando le vio marcharse del pueblo y con él la esperanza.

—No le pasó nada —contestó su nieta—. Tuvo una familia, vivió su vida y murió en paz. Pasó toda mi infancia narrándome ese cuento en el que llegaba a un pueblo perdido entre las montañas. Un pueblo en el que la gente volaba y se convertía en bestias. Me contaba cómo el mal había arraigado en ese pueblo y cómo él, un forastero, había intentado combatirlo sin éxito. —Aurora hizo una pausa—. Yo, como la niña que era, ansiaba conocer ese pueblo en el que la tabernera se convertía en sirena y en el que el relojero era capaz de saber el tiempo de vida de las personas, pero cuando crecí lo tomé por una historia para niños más, y así fue cómo Bélenos se asentó en mi memoria como una fábula de mi niñez. Al menos hasta que mi abuelo, apenas unos días antes de morir, quiso hablar conmigo. Fue entonces cuando me habló de la historia de Bélenos como algo real, algo que él había vivo en sus propias carnes. Me enseñó sus diarios, plagados de notas y dibujos. Me enseñó también una brújula que le había permitido encontrar el pueblo. Me enseñó incluso recuerdos que se había llevado del pueblo de las historias de mi niñez. Y cuando logró convencerme de que Bélenos era mucho más que una fábula, me pidió que viniese.

El silencio se hizo en la habitación. Los ojos de Átropos se habían humedecido.

—Por qué —dijo la moira—. ¿Por qué quiso Oberyn que vinieses?

—Para ayudaros, para combatir de nuevo contra la maldición.

—¿Cómo? —preguntó Madelaf.

—Trayéndoos la aurora, por eso mi nombre.

Átropos asintió.

—Y te estamos muy agradecidas por ello —dijo—. Sé que tienes preguntas que hacer, y sin duda trataré de responderte lo antes posible, pero ahora no tenemos tiempo que perder. La maldición se ha cobrado ya sus primeras víctimas.

—No logro recordar nada —dijo Aurora con pesar—. Desde que llegué a este pueblo es como si hubiera estado en trance. Esa niña primero y luego ese músico...

—El Arpista te ha mantenido dormida por tu bien —dijo Átropos—. No queríamos...

—No es solo eso —le interrumpió—. Más allá del sueño, durante la vigilia no he sido capaz de pensar con claridad en ningún momento. Este es el primer momento en el que soy yo misma.

—¿A qué te refieres exactamente?

—Pese a ser consciente de mis actos, sentía que no actuaba libremente, sino movida por unas intenciones que no eran mías.

—¿Por eso atacaste al Posadero? —preguntó Madelaf. Átropos le clavó una mirada censuradora.

Aurora se sobresaltó.

—¿Ataqué al Posadero? —preguntó desconcertada—. Eso no recuerdo haberlo hecho.

Átropos frunció el ceño.

—Madelaf, ¿te importa decirles a Cloto y Láquesis que se reúnan aquí conmigo? Es muy importante.

Madelaf también pareció confusa ante la petición.

—No, claro —contestó, y se retiró de la habitación.

—¿Qué pasa? —preguntó Aurora estando sola con la moira.

—Creo que sé quién está detrás de todo esto —se limitó a decir Átropos.
Windy y Agus habían enterrado los cadáveres de Serenere y Ss fuera de las murallas, tal y como les habían pedido, pero el cadáver de Antares seguía sin aparecer.

—¿Has visto cómo mira la Alguacil a ese chico tan siniestro? —preguntó la Alcahueta al Astrónomo, que para variar se encontraba mirando al cielo desde su habitación en el piso alto de la ermita.

—¿Al Taxidermista, te refieres?

—Sí. No sé si le odia o si le gusta. ¿Tú qué crees?

Al Astrónomo no parecía interesarle demasiado la pregunta de la Alcahueta.

—Tratándose de Tajuru seguro que lo odia. Esa chica solo sabe odiar y obedecer a Ellaria. Lo sorprendente es que siga libre después de matar a aquel crío a plena luz del día.

—No tan sorprendente. Ella es la justicia, después de todo —dijo la Alcahueta—. Pero puede que haya algo más. ¿No crees posible que Ellaria sea tan permisiva con Tajuru porque en realidad esté enamorada de ella?

Agus suspiró.

—¿No crees que deberíamos estar preocupándonos de quién trató de matarme y no de los amores y desamores de los habitantes de este pueblo?

Windy arrugó la nariz.

—Ay qué desaborido eres, hijo —se quejó la Alcahueta.
El Taxidermista se sobresaltó cuando alguien llamó a su puerta. Guardó todos los materiales que estaba usando y por supuesto también a su obra más reciente. Cuando Theon abrió la puerta se encontró a Nod, llorando a lágrima viva.

En cuanto el Espiritista vio a su amigo le abrazó. Theon cerró la puerta.

—Nod —susurró Theon aún presa del abrazo del Espiritista—, tengo que enseñarte algo.

Nod se apartó.

—No puedo más, Theon —dijo Nod entre sollozos—. Con tantas muertes los espíritus no dejan de acosarme. He intentado canalizar a Antares y a Serenere para comunicarme con ellos, pero no lo he conseguido. Yo no...

—Nod —le interrumpió Theon—. No podemos rendirnos, tenemos que seguir luchando, por ellos.

—Pero cómo vamos a luchar. Tajuru mató a Antares, Asha y tú lo visteis, y aun así Ellaria sigue defendiéndola. No podemos luchar contra todos. Tú y yo solos no somos lo suficientemente fuertes.

—No estamos solos —dijo Theon.
Tajuru permanecía sentada bajo la atenta mirada de Ellaria y de Láquesis. La Sacerdotisa estaba interrogando a la Alguacil acerca de la muerte de Antares.

—Ya te lo he dicho —repitió Tajuru—. Yo no era yo cuando disparé a ese niño. Algo se apoderó de mi cuerpo por un momento. De repente recobré la conciencia con el arma empuñada y ese crío tendido delante de mí.

—¿Y por qué estás tan segura de que fue esa niña quien te controlaba?

—Porque lo dijo Theon. Deberías haber visto cómo me miró cuando descubrió que el niño escultor estaba muerto por mi culpa. Estaba dispuesto a matarme, estoy segura —la Alguacil tragó saliva—. Pero entonces se detuvo en seco y palideció. Pareció olvidarse de mí por completo y salió corriendo en dirección a uno de los callejones aledaños.

—Entonces el cadáver de Antares quedó allí tendido en el suelo —dijo Láquesis—. ¿Qué pasó después?

—Yo estaba confusa. No entendía lo que había pasado. Asha me cogió del brazo y me dijo que nos fuéramos de allí, que avisáramos a Ellaria de lo sucedido.

—Tú, Alguacil de Bélenos, dejaste el cadáver de un niño en el medio de una calle a plena luz del día —dijo la Sacerdotisa con tono de reproche.

Tajuru desvió la mirada.

—Cuando fui al lugar donde se produjeron los hechos —intervino Ellaria tratando de desviar la atención— el cadáver ya no estaba. No había siquiera rastros de sangre.

Las puertas del ayuntamiento, donde se estaba produciendo el interrogatorio, se abrieron de golpe. Madelaf entró en la sala.

—Sacerdotisa Láquesis —dijo la Herbóloga— Átropos necesita que tú y Cloto vayáis a verla lo antes posible.

La Sacerdotisa se levantó y se dirigió a la Alguacil.

—Volveremos a hablar —dijo tajante, y encaminó sus pasos hacia la puerta.

Cuando Ellaria y Tajuru se quedaron solas, la Alguacil explotó.

—Estoy harta de esas tres, Ellaria. Se creen con el derecho a gobernar este pueblo cuando tú eres la Alcaldesa y yo soy la Alguacil. ¿Qué potestad...?

—No —le interrumpió Ellaria—. Ellas tienen razón. Tú y yo no somos quienes creemos ser. Ayer Cloto me mostró quién era yo en otro tiempo, una artista, ¿lo puedes crees?

Tajuru miró a su amiga, perpleja.

—¿Qué estás diciendo, Ellaria?

—Tiene razón —dijo una voz aguda a las espaldas de la Alguacil.

Tajuru trató de darse la vuelta, pero su cuerpo no respondía. Ellaria parecía estar en la misma situación.

—Y tú tampoco eras una Alguacil virulenta, sino una Boticaria a la que le gustaba montar en caballo, ¿no te acuerdas? —dijo la misma voz, cada vez más cerca.

Entonces, una niña pequeña, la misma que había llegado hacía unos días al pueblo, se situó delante de Tajuru y Ellaria.

—Lamentablemente, a ti no te maté yo —dijo la niña—, te mató el Relojero. Se precipitó, pobrecillo. Aunque guardo en alta estima al Relojero, debo decir, ya que gracias a su poder fui capaz de aniquilar cada alma de este pueblo infecto.

La imagen de un caballo negro se formó en la mente de Tajuru. Lo recordaba, era su caballo Agro. ¿Qué le había pasado?

—Sin embargo de ti sí que me ocupé —dijo la niña dirigiéndose esta vez a Ellaria—. Lo recuerdas, ¿verdad? Aquella noche en la que invocaste a todas tus patéticas criaturitas para hacerme frente. Al final quedaste encerrada en uno de tus cuadros.

Ellaria trató de hablar, pero no pudo.

—Pues esta vez —continuó la niña— el tu desaparición va a ser más divertida. Había pensado en pedirle a Sveg que te encerrara en un cuadro suyo para repetir la historia, pero luego he pensado que por qué desaprovechar la oportunidad de ver a la Alguacil sedienta de sangre asesinar a su mejor amiga.

Tajuru comenzó a moverse, aunque no era ella la que controlaba su propio cuerpo. Lentamente echó mano a la pistola que guardaba en su cartuchera y la desenfundó, apuntando a Ellaria tal y como había hecho con Antares.

—¿Últimas palabras, Alcaldesa? —preguntó la niña.

Ellaria, aún inmóvil, trató de articular respuesta, pero fue incapaz de hacerlo.

—Qué pena —dijo la niña.

Tajuru apretó el gatillo y la pistola disparó. Los sesos de Ellaria quedaron desparramados por todo el ayuntamiento. La niña emitió una sonora carcajada.

—Qué divertido ha sido. Muy bien, Alguacil, ya puedes descansar.

La niña abandonó la estancia por donde hacía unos momentos se habían marchado Láquesis y Madelaf. Tajuru, en cuanto recobró el control de su cuerpo, cayó sobre sus rodillas y rompió a llorar.
Las tres moiras estaban reunidas en torno a Aurora.

—Tiene que ser él —dijo Láquesis—. Una cosa es la pérdida absoluta del control de su cuerpo, lo cual es muy probable que sea a causa de esa niña. Otra cosa es el abotargamiento. Eso solo lo pueden hacer dos personas, Madelaf con sus hierbas y Flowered con su música.

—Pero si hubiera sido Madelaf recordaría haberme tomado esas sustancias —dijo Aurora.

—Cierto —intervino Cloto—, y además Madelaf no ha pasado tanto tiempo contigo. Fue Flowered el que fue asignado a esa labor.

—Pero eso tampoco quiere decir que el Arpista sea el responsable del resto de muertes —intervino Láquesis.

—No, pero está claro que sabe algo que nosotras no y que tampoco le ha contado a Ellaria.

—¿Y la niña? —preguntó Aurora.

Las moiras cruzaron miradas ansiosas.

—Creemos que es Orunmila —dijo Átropos—. El alma que hace décadas, cuando tu abuelo estuvo aquí, asoló Bélenos.

—Pero no se va a dejar atrapar fácilmente —sentenció Cloto—, y por ello lo único que podemos hacer ahora es hablar con Flowered.
Cuando las moiras entraron en la casa del Arpista, que estaba abierta, lo que encontraron las desconcertó. Sveg, el Pintor, se encontraba arrodillado frente al cadáver de su hermano, que se mecía levemente colgado de una soga.

—Por qué... por qué... —murmuraba el Pintor.

Cloto lo apartó y se acercó a Flowered, cortando la cuerda que le rodeaba el cuello.

—Está muerto —dijo la Hilandera, sin necesidad de tomarle el pulso.

—Por qué —repitió el Pintor.

—No creo que nunca lo sepamos —contestó Cloto.
La figura volvió a internarse en la noche. No podía permitirse más fracasos. El idiota del Arpista había sucumbido a la culpa y se había quitado de en medio. Por eso tenía que actuar rápido.

Anduvo por las calles vacías hasta situarse delante de la puerta del Taxidermista. Conocía el poder de Theon, y por eso tenía que evitar por todos los medios que se despertara. Si lo hacía, un ejército de animales le harían frente. El interior de la casa estaba plagado de aves inmóviles. No eran los únicos animales que había allí dentro, pero sí los más proliferantes.

La figura se dirigió hacia la habitación del Taxidermista y sin más dilación clavó su daga en el bulto que reposaba bajo las sábanas, pero algo fue mal.

—Ups —dijo Theon desde el umbral de la puerta.

La figura se sobresaltó.

—Supuse que no tardarías demasiado en venir a por mí, así que decidí dormir de día —dijo el Taxidermista tranquilamente—. ¿Sabes en quién me inspiré? En estas buenas amigas.

Decenas de lechuzas y búhos empezaron a revolotear por la habitación, arrojándose sobre la figura enmascarada sin compasión. La figura trató de huir, pero enseguida comprendió que estaba a merced de todos esos animales. No saldría de allí con vida si no hacía algo.

Theon ya saboreaba su victoria cuando notó un ruido a sus espaldas. Una niña le miraba desde la penumbra, la misma niña que había visto tras ver morir a Antares. Una vez más la sangre se le heló. Fue tan solo un momento de desconcierto, pero de algún modo la figura se abrió paso entre los animales, que sin la dirección de Theon habían cesado sus ataques, y le clavó la daga en el cuello, segando su vida. El Taxidermista cayó a plomo sobre el suelo, siendo la sonrisa de esa diabólica niña la última cosa que vería.

La figura, que no había visto la causa de la distracción de Theon, abandonó la casa. Esta vez había faltado poco.
Una casa más que sería pasto de las llamas. Bélenos iba a arder.
Lista de jugadoresMostrar
1. Sansalayne, Artificiera - Pueblo
2. Nod, Espiritista
3. Antares, Escultor - Sonámbulo
4. Madelaf, Herbóloga
5. Floweredking, Arpista - Cómplice
6. Tajuru, Alguacil
7. Theon, Taxidermista - Pueblo
8. Serenere, Vidente - Pueblo
9. Sveg, Pintor
10. Lau, Jugadora - Pueblo
11. Agus, Astrónomo
12. Windo, Alcahueta
13.
14.
15. Pulgar, Pocero - Pueblo
16. Asha, Comediante
17. Ellaria, Alcaldesa - Pueblo
:ans:

La noche anterior hubo Apagón. Este día es un día en calma.

El turno acaba el martes 6 a las 20:00.

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Theon Lobster
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Theon Lobster » Dom, 04 Jun 2017, 13:06

:gr: Quién me ha matado? Wind? Eres mi principal sospechoso.
He tenido un par de noches (1 y 3) insomnio y no vi pasar a nadie (1 noche en mi ventana que da al este av. DSQCALP y la otra noche desde la casa de un fiambre, Antares, en su ventana sur Av. LNER) ) . Y en esta noche de apagón he sido bloqueador (punto 3) y desgraciadamente el asesino no ha pasado por ahí.
Seguiré indagando, por suerte Flo ha muerto y tenía una habilidad muy chula).
El bogavante, el bogavante te coge por detras y te coge por delante
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Antares
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Antares » Lun, 05 Jun 2017, 12:25

Pidiendo perdón de antemano si nos equivocamos con el presentimiento..

Sveg :oops:

svg2191
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por svg2191 » Lun, 05 Jun 2017, 13:01

Antares escribió:
Lun, 05 Jun 2017, 12:25
Pidiendo perdón de antemano si nos equivocamos con el presentimiento..

Sveg :oops:
Claro, porque ser el único que ha intentado dar sentido a ciertas cosas y mojarse es sinónimo de malosidad... Precisamente tu que sabes que te bloquearon el camino la primera noche... y ya he dado toda la información al respecto si se sabe leer entre lineas... en fin. Pero como parece que nadie se moja hasta que no esta muerto pues que se le va hacer...

svg2191
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por svg2191 » Lun, 05 Jun 2017, 13:07

Iba a editar pero no me ha dejad, para seguir con mi último sospechoso, espero acertar esta vez. Tajuru Me parecería raro que en una primera noche el asesino se arriesgara a dar un paseo muy largo para ir a algún lugar. Aunque claro, siendo compinche Flowered tendría un buen camino desde su casa con solo un mirón.

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