Al menos mi muerte ha sido vengada
Chechino 2.0 Reloaded
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Ains, se me ha pasado votar. En mi defensa diré que me acosté después de comer y me he despertado hace nada. Niños, no toméis dronjas.
Al menos mi muerte ha sido vengada
Al menos mi muerte ha sido vengada
Volveremos a encontrarnos...quizás en las resplandecientes brumas de la Espada de Orión, quizás en una desierta meseta del Asia prehistórica...quizás en otra forma, en los eones por venir, cuando el sistema solar ya no exista.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Mardisión! Creí que era a las 22 h como al anterior. Acabo de llegar a casa de todos modos 
Lo siento mucho, Bendar
Lo siento mucho, Bendar
¡Sembrað, sembrað, malditos!
Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt
Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt
Re: Chechino 2.0 Reloaded
yo estaba en clase atenta al reloj hasta que dejé de estarloeste horario es cruel, lo siento
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LoboBlanco
- Mensajes: 208
- Registrado: Mar, 21 May 2019, 20:54
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Creo que la siesta luego de comer se te ha ido de las manos
A todos nos ha sucedido alguna vez!
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Sansalayne
- Mensajes: 682
- Registrado: Dom, 26 Feb 2017, 17:46
Re: Chechino 2.0 Reloaded
¿Alguna vez me dejaréis de votar porque en el una partida en marzo de 2012 fue jefa de la secta? 
Más mala que Cersei con jaqueca.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
CAPÍTULO V – EL ANILLO VA HACIA EL SUR
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La Sociedad del Anillo enterró a Madelaf. Todos estaban tristes, pero San no paraba de llorar. ¿Cómo acabaría sus frases ahora que no podía decir “sí, señora Madelaf?”
En cuanto terminó el sepelio, agruparon los cadáveres de los Uruk Heil caídos y les prendieron fuego. La noche ya había caído cuando terminaron esta desagradable tarea.
—Bien —dijo Loboblanco — cumplidos los ritos fúnebres, ha llegado el momento de linchar. No podemos pasar una noche durmiendo junto a nuestro enemigo.
Tras un cruce inicial de acusaciones entre San y Liadriel, ya que ambos decían haber visto al otro prender la mecha que quemó a Boubaris, los demás miembros de la Sociedad emitieron su voto. La condena a Sansalayne Gamyi fue casi unánime. Muchos pensaban que querría continuar la labor destructiva de su ama. Sin duda, era quien más cerca estaba siempre de Madelaf y quien había tenido mejor ocasión de saber dónde ocultaba el Anillo.
Loboblanco deseinvainó su espada, presto a rebanar el cuello de San. Mas Theon y Tajuru, por solidaridad hobbit, se interpusieron, diciendo:
—Hay entre los hobbits un castigo peor que la muerte: el destierro y borrado del nombre. Saquemos a San de la Sociedad, pongámosle una marca que impida que pueda volver a la Comarca y dejemos que sean los uruks o las bestias de las tierras salvajes quienes se manchen con la sangre de esta traidora.
A la Gente Grande le pareció bien esta medida; mas no a San, que, efectivamente, la consideraba peor que la muerte. Lloró y gimoteó, protestando su inocencia, pidiendo clemencia, pero no la obtuvo. Al cabo de unos minutos, la hobbit hasta entonces conocida como Sansalayne se adentró en la noche cerrada, vagando por los caminos, confusa, sin saber dónde estaban los orcos ni qué haría con su vida a partir de entonces.
No tuvo mucho tiempo para pensar, pues la criatura Gálam había empezado a seguirla. En tiempos antiguos había sido una hobbit llamada Shéagol; pero, hace cientos de años, había encontrado un anillo en el día de su cumpleaños y estrangulado a su prima Dígola por robárselo. Su abuela, matriarca del clan, la había desterrado a las tierras salvajes. El poder del anillo la había corrompido, prolongando su vida, postergando su muerte…
Su piel se había pelado, sus ojos habían crecido… sólo su incongruente melena rubia seguía balanceándose al viento como el primer día:
—Ohhhh mi Tesssoro, qué ven mis ojos —se dijo Gálam, que tenía la manía de hablar en un soliloquio interminable. —Una hobbit gordita y solitaria errando por los caminos, ¡Gálam, Gálam! Le sobra mucha carne, mi Tesssoro… le vendrá bien deshacerse de unas cuantas libras…
Gálam terminó su monólogo y siguió a San durante un rato, hasta que encontró una ocasión favorable de abalanzarse sobre ella:
La lucha fue breve y brutal. Aunque la hobbit se defendió como gata panza arriba, Gálam era una asesina experta, incluso sin el poder del Anillo. Tras un par de minutos de forcejeo en la oscuridad, el cuello de San, la Espía, se quebró con un horrible chasquido.
Al día siguiente, la Sociedad del Anillo retomó el Camino Verde rumbo al Sureste. Los Uruk Heil les seguían a una distancia de una media legua, sin perder contacto visual. Gutgluk demostró el proverbio militar que dice que “un veterano es un soldado prudente. Por eso ha llegado a veterano.”
Decidió conservar a sus tropas reunidas, alerta y esperando que se presentase una ocasión favorable para atacar.
Los aventureros atravesaron las tierras baldías de Minhiriath siguiendo el Camino Verde.
—Antaño estas tierras fueron frondosos bosques, que llegaban desde Fangorn, al Sur, hasta el Bosque Viejo, al Norte —explicó Aslan, en un momento de info-dumping.
—Así es; pero nuestros antepasados, los Numenóreanos, talaron los bosques para construir navíos y edificios, y cazaron a sus habitantes, los Drúedain o Woses, por deporte. —Apostilló Liadriel. —Hoy todo lo que queda es esta llanura yerma. Los únicos seres humanos que se aventuran por aquí son los dunlendinos: unos ladrones de ganado que visten faldas y hablan una lengua gaélica.
Minhiriath estaba cruzada por varios ríos caudalosos. Gracias al ingenio de Theon Lobster, muy acostumbrado por su oficio a vadear y cruzar ríos y lagunas, pudieron pasarlos sin demasiada dificultad. Al cabo de una semana, llegaron a las ruinas de Tharbad, la última ciudad de la región que había sido abandonada hacía unos cien años. Cruzando el río Fontegrís, entraron en Enedwaith y abandonaron el Camino Verde, internándose campo a través hasta las Montañas Blancas, directamente al Sur. Siempre seguidos, eso sí, por los Uruk Heil. Aquí un mapita:
La Sociedad del Anillo llegó, finalmente, a las primeras estribaciones de las Montañas Blancas. Cuando empezaron el ascenso, Gutgluk consideró que había llegado el momento de atacar. Los tambores orcos sonaron el redoble de asalto. Los All Blacks de Isengard aceleraron la marcha para alcanzar a los compañeros. Aslan y Liadriel con sus arcos y Asha con su ballesta intentaron mantenerlos a distancia, pero los Uruk Heil avanzaban con obstinación y también tenían sus propios arqueros.
—Theon, Tajuru, ya sabéis lo que tenéis que hacer —dijo Liadriel. —Necesitamos un “Deus ex Machina,” pero de los buenos. Venga, buscad algo por la montaña. No tenemos ninguna posibilidad contra tantos enemigos. ¡A ver si se os da mejor que en el Camino Verde!
Theon Lobster y Tajuru Tuk acordaron separarse y buscar por la montaña. Al rato, Taju encontró algo: ¡Una de las famosas almenaras de Gondor! Se acercó a ver, pero estaba desierta. Los recortes en el gasto militar no permitían mantener guarniciones en lugares en principio poco peligrosos como aquél. La Tuk comprobó que ella no llegaba a encender el fuego. Necesitaba ayuda. Así que bajó y encontró a un compi de la Sociedad, a quien convenció para que la aupase.
Cuando Tajuru iba a subir, su compi cogió el aceite que se usaba para encender la hoguera y lo vertió parte sobre ella.
—¿Se puede saber qué haces? ¡El aceite no es para mí, es para el fuego!
—Ay, lo siento Taju, se me ha escapado.
Taju se subió a hombros de su compi y lanzó una tea a la hoguera. En ese momento, su acompañante la lanzó sorpresivamente hacia delante, con lo que la hobbit cayó en la almenara encendida.
-¡Estúpida Tuk! ¡Te has dejado tirar al fuego! ¡Así nos libramos de tu estupidez!
Así murió Tajuru Tuk, exComodín, actual Manitas. Al menos nos queda el consuelo de que su primo Peregrin tendría un mejor compañero unos años después en una situación similar, durante la Guerra del Anillo.
El caso es que la almenara quedó encendida, gracias al sacrificio de Taju:
Theon, por su parte, cuando vio el fuego encendido, tuvo una idea. Seguramente los hombres de Gondor que guarnecían la almenara tendrían algún tipo de refugio para esconderse cuando el mal tiempo arreciaba en las montañas. Se puso a buscarlo por allí cerca y ¡bingo! Encontró una pequeña cueva, con suministros para cuatro personas y cómodas mantas de piel de oso. Bajó y les contó el descubrimiento a cada uno de sus compañeros, que estaban bastante desperdigados por la ladera y seguían intercambiando flechas con los Uruks.
Un miembro de la Sociedad se acercó a Loboblanco y le dijo:
—Mira, Loboblanco. O mucho me equivoco, o tú eres el Justiciero. Y creo que tienes algún pecado del que arrepentirte. Así que ¿por qué no cargas tú contra los Uruks y ganas tiempo para que los demás podamos escondernos y salir de aquí con vida? ¿Eh? ¿Cómo lo ves? Supongo que prefieres ser recordado como un héroe que se sacrificó por la gloria de Rohan.
Loboblanco cambió el arco por la espada y retó a los Uruk Heil.
—¿Te atreves a retarnos? —dijo Gutgluk —¿Tú y qué ejército?
El resto de la Sociedad subió a trompicones por la empinada montaña hasta el refugio. Asha y Liadriel trepaban como cabras montesas, ayudaron a Theon y Aslan que tenían más dificultades. Los cuatro se metieron en la cueva y taparon la entrada con rocas como mejor pudieron. Escucharon los sonidos del combate, hasta que se dejó de oír el entrechocar de espadas. Entonces oyeron un ronco grito orco que les confirmó la muerte de Loboblanco, el Justiciero:
—¡Chicos! ¡Vuelva a haber carne en el menú!
Los compañeros esperaron. Los Uruk Heil estaban desconcertados. ¿Dónde se habían metido sus enemigos? Parecía que se los había tragado la montaña. Buscaron cerca de la almenara, pero no dieron con el refugio. En ese momento un Uruk se desplomó, atravesado por una flecha. Luego, otro, y otros dos más… Los negros “All Blacks” de Sarah Woman eran blancos perfectos en la blancura de la montaña para… los montaraces de Gondor. Gutgluk maldijo su suerte, a la almenara y al color negro, y ordenó a sus tropas formar un muro de escudos. Los Uruks supervivientes bajaron muy penosamente la ladera, asaeteados por un enemigo casi invisible y desaparecieron en dirección a Isengard.
Cuando los orcos ya estaban muy lejos de allí, los compañeros se atrevieron a salir del refugio. Se acercó a ellos la capitana de los Montaraces, una mujer de rostro angelical que se presentó como Farrah Myr.
—Vaya, vaya, vaya, qué tenemos aquí… un hombre de Gondor, una elfa…
—MEDIO Elfa —apostilló Liadriel.
—Una enana y un crío…
—¡No soy un crío! —dijo Theon, enojado —¡Soy un Hobbit, un Mediano!
—Así que un Mediano… un Holbytla de los cuentos de viejas. Fíjate, no pensaba que siguieran existiendo. Venid conmigo, panda de frikis y me contáis qué demonios hacéis aquí, por qué habéis intentado entrar ilegalmente en Gondor y por qué habéis encendido una almenara sin autorización.
Los compañeros acompañaron a Farrah Myr y sus soldados a un bonito pabellón de montaña llamado Hyarmen Annùn, la Ventana al Sur. Desde el patio se veía ya la otra ladera de las Montañas Blancas. Como su nombre indicaba, la vista alcanzaba todas las feraces tierras de Gondor hacia el Sur. Aslan no pudo contener las lágrimas.
—Estamos en Gondor, Asha. Es que no me lo creo. He vuelto a casa. Cinco generaciones de varones de mi familia han emprendido búsquedas fuera de nuestra isla bonita de Tolfalas, al Sur de Gondor. Todos han muerto en tierras extrañas, desde mi tatarabuelo Eddard hasta mi padre. Yo soy el primero que lo consigue.
Los compañeros le contaron toda la historia de su misión a Farrah Myr, sin ahorrar detalle. Ésta, impresionada por su relato, les dijo:
—Habéis de tener mucho cuidado a partir de ahora. El mal no anida sólo en los corazones de los relativistas de Dol Amroth. La región de colinas que hay justo al Sur se conoce como “territorio HPL.”
—¿Territorio HPL? ¿Qué significa eso? —preguntó Asha.
—Hostil a los Pueblos Libres —aclaró Farrah Myr. —Los habitantes de esta región son muy… provincianos. Probablemente les daría un soponcio al ver a una enana, una… medio elfa o un Mediano. Pero ¿los tres a la vez? A esta gente la llaman Caranaxë en Minas Tirith.
—Ah, ya. Serían “Rednecks”en Oestron —dijo Liadriel. —En Lengua Común, se podría traducir como “Paletos de las Colinas” o “Paletos de Pueblo.”
—Sí, así es. Andad con ojo. Esta gente cree en la verdad literal del Silmarillion.
—Bueno, la parte de las guerras de Beleriand y Númenor es verdad ¿no? —preguntó Theon.
—La verdad de los EL-FOS, —dijo Asha —que no se puede considerar como verdad absoluta.
—Bueno, pero es que los Caranaxë se creen hasta la parte de que el mundo fue creado por una canción de Eru y los Valar. O que las Montañas Grises las levantó Melkor con un hechizo. En fin, como os digo, son gente de armas tomar. En todas las casas hay un Silmarillion y una ballesta pesada. Ah, y por cierto, otra cosa. Me habéis dicho que desterrasteis a esa tal San, pero… ¿comprobasteis que no tuviera el anillo?
—Eh… estooooo…. Yo diría que se nos pasó.
—Así que el Mal sigue entre vosotros…
En cuanto terminó el sepelio, agruparon los cadáveres de los Uruk Heil caídos y les prendieron fuego. La noche ya había caído cuando terminaron esta desagradable tarea.
—Bien —dijo Loboblanco — cumplidos los ritos fúnebres, ha llegado el momento de linchar. No podemos pasar una noche durmiendo junto a nuestro enemigo.
Tras un cruce inicial de acusaciones entre San y Liadriel, ya que ambos decían haber visto al otro prender la mecha que quemó a Boubaris, los demás miembros de la Sociedad emitieron su voto. La condena a Sansalayne Gamyi fue casi unánime. Muchos pensaban que querría continuar la labor destructiva de su ama. Sin duda, era quien más cerca estaba siempre de Madelaf y quien había tenido mejor ocasión de saber dónde ocultaba el Anillo.
Loboblanco deseinvainó su espada, presto a rebanar el cuello de San. Mas Theon y Tajuru, por solidaridad hobbit, se interpusieron, diciendo:
—Hay entre los hobbits un castigo peor que la muerte: el destierro y borrado del nombre. Saquemos a San de la Sociedad, pongámosle una marca que impida que pueda volver a la Comarca y dejemos que sean los uruks o las bestias de las tierras salvajes quienes se manchen con la sangre de esta traidora.
A la Gente Grande le pareció bien esta medida; mas no a San, que, efectivamente, la consideraba peor que la muerte. Lloró y gimoteó, protestando su inocencia, pidiendo clemencia, pero no la obtuvo. Al cabo de unos minutos, la hobbit hasta entonces conocida como Sansalayne se adentró en la noche cerrada, vagando por los caminos, confusa, sin saber dónde estaban los orcos ni qué haría con su vida a partir de entonces.
No tuvo mucho tiempo para pensar, pues la criatura Gálam había empezado a seguirla. En tiempos antiguos había sido una hobbit llamada Shéagol; pero, hace cientos de años, había encontrado un anillo en el día de su cumpleaños y estrangulado a su prima Dígola por robárselo. Su abuela, matriarca del clan, la había desterrado a las tierras salvajes. El poder del anillo la había corrompido, prolongando su vida, postergando su muerte…
Su piel se había pelado, sus ojos habían crecido… sólo su incongruente melena rubia seguía balanceándose al viento como el primer día:
—Ohhhh mi Tesssoro, qué ven mis ojos —se dijo Gálam, que tenía la manía de hablar en un soliloquio interminable. —Una hobbit gordita y solitaria errando por los caminos, ¡Gálam, Gálam! Le sobra mucha carne, mi Tesssoro… le vendrá bien deshacerse de unas cuantas libras…
Gálam terminó su monólogo y siguió a San durante un rato, hasta que encontró una ocasión favorable de abalanzarse sobre ella:
La lucha fue breve y brutal. Aunque la hobbit se defendió como gata panza arriba, Gálam era una asesina experta, incluso sin el poder del Anillo. Tras un par de minutos de forcejeo en la oscuridad, el cuello de San, la Espía, se quebró con un horrible chasquido.
Al día siguiente, la Sociedad del Anillo retomó el Camino Verde rumbo al Sureste. Los Uruk Heil les seguían a una distancia de una media legua, sin perder contacto visual. Gutgluk demostró el proverbio militar que dice que “un veterano es un soldado prudente. Por eso ha llegado a veterano.”
Decidió conservar a sus tropas reunidas, alerta y esperando que se presentase una ocasión favorable para atacar.
Los aventureros atravesaron las tierras baldías de Minhiriath siguiendo el Camino Verde.
—Antaño estas tierras fueron frondosos bosques, que llegaban desde Fangorn, al Sur, hasta el Bosque Viejo, al Norte —explicó Aslan, en un momento de info-dumping.
—Así es; pero nuestros antepasados, los Numenóreanos, talaron los bosques para construir navíos y edificios, y cazaron a sus habitantes, los Drúedain o Woses, por deporte. —Apostilló Liadriel. —Hoy todo lo que queda es esta llanura yerma. Los únicos seres humanos que se aventuran por aquí son los dunlendinos: unos ladrones de ganado que visten faldas y hablan una lengua gaélica.
Minhiriath estaba cruzada por varios ríos caudalosos. Gracias al ingenio de Theon Lobster, muy acostumbrado por su oficio a vadear y cruzar ríos y lagunas, pudieron pasarlos sin demasiada dificultad. Al cabo de una semana, llegaron a las ruinas de Tharbad, la última ciudad de la región que había sido abandonada hacía unos cien años. Cruzando el río Fontegrís, entraron en Enedwaith y abandonaron el Camino Verde, internándose campo a través hasta las Montañas Blancas, directamente al Sur. Siempre seguidos, eso sí, por los Uruk Heil. Aquí un mapita:
La Sociedad del Anillo llegó, finalmente, a las primeras estribaciones de las Montañas Blancas. Cuando empezaron el ascenso, Gutgluk consideró que había llegado el momento de atacar. Los tambores orcos sonaron el redoble de asalto. Los All Blacks de Isengard aceleraron la marcha para alcanzar a los compañeros. Aslan y Liadriel con sus arcos y Asha con su ballesta intentaron mantenerlos a distancia, pero los Uruk Heil avanzaban con obstinación y también tenían sus propios arqueros.
—Theon, Tajuru, ya sabéis lo que tenéis que hacer —dijo Liadriel. —Necesitamos un “Deus ex Machina,” pero de los buenos. Venga, buscad algo por la montaña. No tenemos ninguna posibilidad contra tantos enemigos. ¡A ver si se os da mejor que en el Camino Verde!
Theon Lobster y Tajuru Tuk acordaron separarse y buscar por la montaña. Al rato, Taju encontró algo: ¡Una de las famosas almenaras de Gondor! Se acercó a ver, pero estaba desierta. Los recortes en el gasto militar no permitían mantener guarniciones en lugares en principio poco peligrosos como aquél. La Tuk comprobó que ella no llegaba a encender el fuego. Necesitaba ayuda. Así que bajó y encontró a un compi de la Sociedad, a quien convenció para que la aupase.
Cuando Tajuru iba a subir, su compi cogió el aceite que se usaba para encender la hoguera y lo vertió parte sobre ella.
—¿Se puede saber qué haces? ¡El aceite no es para mí, es para el fuego!
—Ay, lo siento Taju, se me ha escapado.
Taju se subió a hombros de su compi y lanzó una tea a la hoguera. En ese momento, su acompañante la lanzó sorpresivamente hacia delante, con lo que la hobbit cayó en la almenara encendida.
-¡Estúpida Tuk! ¡Te has dejado tirar al fuego! ¡Así nos libramos de tu estupidez!
Así murió Tajuru Tuk, exComodín, actual Manitas. Al menos nos queda el consuelo de que su primo Peregrin tendría un mejor compañero unos años después en una situación similar, durante la Guerra del Anillo.
El caso es que la almenara quedó encendida, gracias al sacrificio de Taju:
Theon, por su parte, cuando vio el fuego encendido, tuvo una idea. Seguramente los hombres de Gondor que guarnecían la almenara tendrían algún tipo de refugio para esconderse cuando el mal tiempo arreciaba en las montañas. Se puso a buscarlo por allí cerca y ¡bingo! Encontró una pequeña cueva, con suministros para cuatro personas y cómodas mantas de piel de oso. Bajó y les contó el descubrimiento a cada uno de sus compañeros, que estaban bastante desperdigados por la ladera y seguían intercambiando flechas con los Uruks.
Un miembro de la Sociedad se acercó a Loboblanco y le dijo:
—Mira, Loboblanco. O mucho me equivoco, o tú eres el Justiciero. Y creo que tienes algún pecado del que arrepentirte. Así que ¿por qué no cargas tú contra los Uruks y ganas tiempo para que los demás podamos escondernos y salir de aquí con vida? ¿Eh? ¿Cómo lo ves? Supongo que prefieres ser recordado como un héroe que se sacrificó por la gloria de Rohan.
Loboblanco cambió el arco por la espada y retó a los Uruk Heil.
—¿Te atreves a retarnos? —dijo Gutgluk —¿Tú y qué ejército?
El resto de la Sociedad subió a trompicones por la empinada montaña hasta el refugio. Asha y Liadriel trepaban como cabras montesas, ayudaron a Theon y Aslan que tenían más dificultades. Los cuatro se metieron en la cueva y taparon la entrada con rocas como mejor pudieron. Escucharon los sonidos del combate, hasta que se dejó de oír el entrechocar de espadas. Entonces oyeron un ronco grito orco que les confirmó la muerte de Loboblanco, el Justiciero:
—¡Chicos! ¡Vuelva a haber carne en el menú!
Los compañeros esperaron. Los Uruk Heil estaban desconcertados. ¿Dónde se habían metido sus enemigos? Parecía que se los había tragado la montaña. Buscaron cerca de la almenara, pero no dieron con el refugio. En ese momento un Uruk se desplomó, atravesado por una flecha. Luego, otro, y otros dos más… Los negros “All Blacks” de Sarah Woman eran blancos perfectos en la blancura de la montaña para… los montaraces de Gondor. Gutgluk maldijo su suerte, a la almenara y al color negro, y ordenó a sus tropas formar un muro de escudos. Los Uruks supervivientes bajaron muy penosamente la ladera, asaeteados por un enemigo casi invisible y desaparecieron en dirección a Isengard.
Cuando los orcos ya estaban muy lejos de allí, los compañeros se atrevieron a salir del refugio. Se acercó a ellos la capitana de los Montaraces, una mujer de rostro angelical que se presentó como Farrah Myr.
—Vaya, vaya, vaya, qué tenemos aquí… un hombre de Gondor, una elfa…
—MEDIO Elfa —apostilló Liadriel.
—Una enana y un crío…
—¡No soy un crío! —dijo Theon, enojado —¡Soy un Hobbit, un Mediano!
—Así que un Mediano… un Holbytla de los cuentos de viejas. Fíjate, no pensaba que siguieran existiendo. Venid conmigo, panda de frikis y me contáis qué demonios hacéis aquí, por qué habéis intentado entrar ilegalmente en Gondor y por qué habéis encendido una almenara sin autorización.
Los compañeros acompañaron a Farrah Myr y sus soldados a un bonito pabellón de montaña llamado Hyarmen Annùn, la Ventana al Sur. Desde el patio se veía ya la otra ladera de las Montañas Blancas. Como su nombre indicaba, la vista alcanzaba todas las feraces tierras de Gondor hacia el Sur. Aslan no pudo contener las lágrimas.
—Estamos en Gondor, Asha. Es que no me lo creo. He vuelto a casa. Cinco generaciones de varones de mi familia han emprendido búsquedas fuera de nuestra isla bonita de Tolfalas, al Sur de Gondor. Todos han muerto en tierras extrañas, desde mi tatarabuelo Eddard hasta mi padre. Yo soy el primero que lo consigue.
Los compañeros le contaron toda la historia de su misión a Farrah Myr, sin ahorrar detalle. Ésta, impresionada por su relato, les dijo:
—Habéis de tener mucho cuidado a partir de ahora. El mal no anida sólo en los corazones de los relativistas de Dol Amroth. La región de colinas que hay justo al Sur se conoce como “territorio HPL.”
—¿Territorio HPL? ¿Qué significa eso? —preguntó Asha.
—Hostil a los Pueblos Libres —aclaró Farrah Myr. —Los habitantes de esta región son muy… provincianos. Probablemente les daría un soponcio al ver a una enana, una… medio elfa o un Mediano. Pero ¿los tres a la vez? A esta gente la llaman Caranaxë en Minas Tirith.
—Ah, ya. Serían “Rednecks”en Oestron —dijo Liadriel. —En Lengua Común, se podría traducir como “Paletos de las Colinas” o “Paletos de Pueblo.”
—Sí, así es. Andad con ojo. Esta gente cree en la verdad literal del Silmarillion.
—Bueno, la parte de las guerras de Beleriand y Númenor es verdad ¿no? —preguntó Theon.
—La verdad de los EL-FOS, —dijo Asha —que no se puede considerar como verdad absoluta.
—Bueno, pero es que los Caranaxë se creen hasta la parte de que el mundo fue creado por una canción de Eru y los Valar. O que las Montañas Grises las levantó Melkor con un hechizo. En fin, como os digo, son gente de armas tomar. En todas las casas hay un Silmarillion y una ballesta pesada. Ah, y por cierto, otra cosa. Me habéis dicho que desterrasteis a esa tal San, pero… ¿comprobasteis que no tuviera el anillo?
—Eh… estooooo…. Yo diría que se nos pasó.
—Así que el Mal sigue entre vosotros…
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Asha y Theon, tarjetas amarillas por no votar
Vaya parrillada de verduras este turnoooo...
Vaya parrillada de verduras este turnoooo...
Re: Chechino 2.0 Reloaded
JUGADORES
1. Ss, Espía
2. Madelaf
Asesina
3. Boubaris, Narrador
4. Taju, Ex-Comodín, actual Manitas
5. Aslan
6. Asha
7.Loboblanco, Justiciero
8. Theon L.
9. Liadriel
10. Lau Bu, Ermitaña
...
17. Ellaria, Manitas
1. Ss, Espía
2. Madelaf
Asesina3. Boubaris, Narrador
4. Taju, Ex-Comodín, actual Manitas
5. Aslan
6. Asha
7.Loboblanco, Justiciero
8. Theon L.
9. Liadriel
10. Lau Bu, Ermitaña
...
17. Ellaria, Manitas
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Ya enviadas las pistas... Así pues, queda abierta la SEMIFINAL (o posible final). Enviad votos y acciones no más tarde de mañana DOMINGO 29 a las 22:00 HORA PENINSULAR ESPAÑOLA.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Hola, he visto esta frase y no he podido parar de reír en un buen rato:
Amigo Boubaris, que un hombre-árbol diga que es "lechuguino" es de lo mejor que he leído nunca por aquí. Abrazo.Si yo soy (bueno, mas bien era) un lechugino inofensivo
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