Re: Chechino 2.0 Reloaded
Publicado: Jue, 27 Dic 2018, 18:24
Me subo al carro de Tajuru sin saber bien por qué
Turno 3 escribió:
Floweredking sostenía un bol de palomitas mientras se descojonaba con el último viral de youtube. Para su desazón, su diversión se vio interrumpida cuando una usuaria se plantó frente a él con cara de “te traigo un problema”.
-Hola, Flo –le saludó Sansalayne al tiempo que le tendía un teléfono-. Necesito que me lo arregles, no le funciona la wifi.
-Pero esto es tu móvil… -comenzó a protestar el informático.
-Sí, tiene cables y esas cosas. Seguro que sabes repararlo.
Flo calculó que le llevaría menos tiempo solucionarlo que discutir con ella. Además, Sansalayne iba armada con una fregona pringosa y probablemente estaba dispuesta a utilizarla.
-Venga, vale. Pásate en media hora.
Cuando la señora de la limpieza se fue, Flo pulsa un par de veces el botón de encendido para reiniciarlo. Sorprendentemente, la señal se la wifi apareció nuevamente en pantalla.
<Ahora vas a enterarte tú de lo que es bueno. Para que vuelvas a por otra.>
Con la ayuda de un pequeño destornillador, Flo abrió el teléfono y trasteó traviesamente en sus circuitos. Aquella usuaria impertinente se llevaría una sorpresita cuando fuera a usar la cámara.
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Sansalayne correteaba alegremente por el almacén, ya volvía a tener wifi y podía enviar wassaps de esos.
-¡Hey, Ss! ¿Cómo va eso?
A Sansalayne casi le da un vuelco el corazón. Aquella voz era del mismísimo Symon Lynch, el guaperas de la furgoneta. Se acercó a ella con pose chulesca; luciendo su cazadora de cuero, una camisa blanca escotada por la parte superior, y su inconfundible tupé a lo Elvis.
-Symon, pero que guapo vienes hoy –masculló la bedel comiéndoselo con la mirada.
-Más guapo que ayer, pero menos que mañana –asintió ajustándose el cuello de la cazadora. Luego la lanzó una mirada penetrante-. ¿Te apetece ver el nuevo vinilo que le he puesto a mi buga?
-¡Oh, sí! –Accedió Sansalayne, que muy claro lo que vendría después.
Frente al muelle de carga estaba la flamante furgoneta de Symon Lynch. La silueta de una guitarra de rock and roll rodeada de notas musicales lucía vistosamente en uno de sus laterales.
-Mola, ¿eh? –Symon sonreía orgulloso de su obra.
-Me encanta –dijo Sansalayne mientras imaginaba lo que iba a suceder en su interior-. Oye, ¿por qué no nos sacamos una foto para inmortalizar este momento?
Rodeó a Symon por el cuello y estiró el otro brazo para sacar un selfie con la furgoneta de fondo.
-Déjame a mí, muñeca. –Symon le arrebató el móvil, sugiriendo que su mayor envergadura permitiría un encuadre más amplio-. Y ahora tres, dos, uno… ¡¡ARRRGGGGHHHHH!!
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Mientras regresaba a la Chechijuguetería, Aslan ojeaba las noticias con semblante preocupado. En breve habría elecciones sindicales en O.G.T. y en su situación actual su futuro pintaba bastante negro. Necesitaba captar afiliados como fuera. Entonces, entre las páginas de economía local, encontró una noticia que le sirvió de inspiración. Rápidamente, cerró el periódico y corrió hacía el muelle de carga gritando a viva voz:
-¡Camaradas! En Samantha’s ofrecen a sus empleados “descuentos chispeantes” de hasta un cincuenta por ciento en electrónica de consumo. ¿Y a nosotros que nos dan? Un vale de quince céntimos para la máquina de café. ¡No podemos tolerarlo más! Gritad conmigo: ¡Chispas o huelga! ¡Chispas o huelga! ¡Chispas o hu…hu…hu…!
Aslan enmudeció. Despatarrado junto a la furgoneta de reparto se topó con cuerpo humeante de Symon. En su mano sostenía los restos de un móvil que apestaba a plástico quemado, como si se hubiera producido un gran cortocircuito. A su lado, Nalibia trataba de calmar a Sansalayne, que sufría un ataque de ansiedad. Ambas mujeres lo censuraron con la mirada.
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Aslan regresó a su oficina sindical con el ánimo por los suelos. ¡Vaya metedura de pata! Así nunca lograría afiliados.
-Estoy acabado –se lamentó Aslan-. Ya sólo queda que el cielo caiga sobre mi cabeza.
¡¡BRRRROUUUUUUMMMM!!
Con gran estruendo el falso techo de la habitación se desplomó, dejando al sindicalista atrapado bajo una capa de pladur. Sobre la montaña de escombros, una figura tosía lastimosamente.
-¡Jo, qué caída más tonta! No debería haber subido hasta allí arriba, pero mi compi insiste en que si quiero triunfar debo tener miras más altas.
Y la figura abandonó la estancia ignorando que el pobre Aslan se encontraba enterrado bajo los escombros. ¡Si no lo rescataban rápido, moriría!
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Agus seguía recorriendo los pasillos muy intranquilo.