Transcendence. Un castañazo -y castaña pilonga- de taquilla bien merecido, donde el antiguo director fotográfico de Christopher Nolan replica la mayor parte de los defectos del sobrevalorado cineasta británico y ninguna de sus virtudes. De entrada, se mete en el jardín poco explorado del transhumanismo, pero como este tema, por sí solo, le debió parecer flojo, pasa inmediatamente de la proeza científica al cine de acción más ramplón y rutinario. Que al ritmo convencional le den morcilla; sexta velocidad todo el rato, como Nolan, aunque sea a costa de meter escenas inconexas sin ton ni son. ¿Los actores? Me la pelan, hombre. Son juguetes en manos del director, en el peor sentido del término. ¿El guión? Boh, quién quiere guión teniendo efectos especiales
enflipantes, montaje esquizofrénico y fotografía modernuqui.
Lo mejor: Rebecca Hall, y porque físicamente es un bombón de mujer. Lo mismo se puede decir de Kate Mara, pero a la pobre le toca llevar unas mechas que le sientan como a un Cristo dos pistolas.